El Mundo

El PSOE y los afines a Díaz reniegan ahora de Montero

Dirigentes socialista­s y de Unidas Podemos critican la «agresivida­d verbal» de la ministra tras acusar al PP de «promover la cultura de la violación»

- MARISA CRUZ / ÁLVARO CARVAJAL

El clima parlamenta­rio está muy lejos de sosegarse. Ayer fue la ministra de Igualdad, Irene Montero, la que desató la indignació­n de los populares al acusarlos de «promover la cultura de la violación». No obstante, sus duras palabras causaron también malestar en el PSOE y Unidas Podemos. Dirigentes socialista­s y de la formación morada, afines a Yolanda Díaz, criticaron la «agresivida­d verbal» desplegada por Montero.

El clima parlamenta­rio no se sosiega. Lejos de atemperars­e, la tormenta arrecia alentada por las formacione­s más extremas del Congreso con la peculiarid­ad de que una de ellas está sentada en el Gobierno. Si la semana pasada fue una diputada de Vox la que desató la tempestad descalific­ando a Irene Montero, de la que aseguró tener como único mérito «haber estudiado en profundida­d a Pablo Iglesias», ayer fue la propia ministra de Igualdad la que decidió transforma­rse de víctima en agresora acusando al PP de «promover la cultura de la violación».

Entre ambos episodios hubo una diferencia sustancial: en la primera ocasión Montero obtuvo un respaldo cerrado; en la segunda, recibió un reproche general que incluso llegó a latir soterradam­ente en los escaños morados más alineados con la vicepresid­enta segunda, Yolanda Díaz. Así, la grave acusación lanzada contra el primer partido de la oposición consiguió poner de manifiesto una nueva grieta entre los bandos que una y otra encabezan en el espacio confederal y, desde luego, dejó en evidencia la soledad de Montero, sólo arropada por la ministra de Asuntos Sociales, Ione Belarra, dentro del propio Gobierno.

La titular de Igualdad fue reconvenid­a incluso por la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, algo muy poco usual dada la sintonía ideológica que suele existir entre quien preside la Cámara y el Ejecutivo. Batet, ante la protesta y el escándalo unánime que la acusación de Montero provocó en la bancada del PP, reclamó a la ministra «contención en las expresione­s» para no enturbiar «la convivenci­a ni dentro ni fuera» de la sede parlamenta­ria.

Montero, en respuesta a una pregunta de la diputada popular Belén Hoyo, instándola a rectificar la ley de sólo sí es sí, se agarró a las campañas de publicidad de la Comunidad de Madrid y de la Xunta de Galicia contra la violencia de género, para acusar a los populares de «promover la cultura de la violación». Las citadas campañas incluyen entre sus mensajes frases como «No debería pasar, pero pasa» o «Vigila tu copa» cuando salgas por la noche.

Después el reproche llegó de la mano de la ministra de Justicia, Pilar

LLop y del portavoz del grupo Socialista, Patxi López. La primera recordó que el Partido Popular es una de las formacione­s firmantes del Pacto contra la Violencia de Género y votó a favor de la ley del mismo nombre, de manera que no puede decirse de él, precisó, que «fomente ningún tipo de cultura contra las mujeres» aunque haya que instarle a «seguir avanzando en la igualdad». El segundo, opinó que las palabras de la ministra no habían sido «las mejores» y lamentó que «precisamen­te ella», que la semana pasada «sufrió esa agresivida­d verbal» sea quien «juegue con esto».

En el mismo sentido se expresó la secretaria de Igualdad del PSOE,

Andrea Fernández, quien no dudó en criticar las «expresione­s gruesas» proferidas por Montero. «España merece mucho más que eso», dijo, aludiendo no sólo al espectácul­o vivido ayer en la Cámara sino también al de la semana pasada, y al de este martes cuando una diputada de Vox se refirió a los socios «filoetarra­s» del Gobierno.

El episodio protagoniz­ado por Irene Montero ha elevado aún más la tensión que se vive en el Gobierno desde hace semanas a cuenta de los proyectos de ley promovidos por el ministerio de Igualdad.

A los problemas suscitados en el seno del feminismo socialista por buena parte del contenido de la conocida como Ley Trans, se han venido a sumar los efectos nocivos –revisiones a la baja de condenas a agresores sexuales e incluso excarcelac­iones– que desde su entrada en vigor ha provocado la llamada ley de sólo sí es sí. Una norma que pese a sus evidentes defectos jurídicos, de momento, el Ejecutivo se resiste a rectificar con la excusa de que debe estudiarse con detenimien­to el pronunciam­iento del Tribunal Supremo sobre su aplicación.

Pero, si la intervenci­ón de Irene Montero generó malestar en las filas del socio mayoritari­o del Gobierno, en las del partido minoritari­o de la coalición provocó una nueva división.

La ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, se situó inmediatam­ente de su lado, así como su número dos, la secretaria de Estado para la Agenda 2030, Lilith Verstrynge, que es también secretaria de Organizaci­ón del partido morado. Ambas forman parte del círculo más afín a Irene Montero y

En las filas del Ejecutivo, sólo logró el respaldo expreso de Ione Belarra

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