Maquillar el paro: la trampa de la reforma laboral
SOMBRA de sospecha aquí, sombra de sospecha allá, los datos del paro registrado que hoy se publican están maquillados y no dejan ver la realidad del mercado laboral. Y eso es un problema para nuestro crecimiento económico porque si su radiografía está distorsionada, los posibles remedios sufrirán del mismo mal.
Nunca antes una estadística ha nacido tan camuflada como la que ofrece el SEPE desde que se aplica la reforma laboral de Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo acertó en su diagnóstico: hay que atajar la temporalidad. Pero el método tiene trampa. Su legislación fuerza el auge de los nuevos contratos fijos discontinuos, que sustituyen a los que antes se conocían como contratos por obra y servicio. Ahora, para la Administración, estos tienen la consideración de indefinidos, incluso durante el periodo de inactividad y por largo, largo, largo que este sea. Tal es la paradoja que muchos de ellos están cobrando prestaciones de desempleo.
Los expertos piden transparencia, término en el que siempre se encuentra la virtud. Y Feijóo denuncia la doble contabilidad. Según los datos de la fundación Fedea, entre los parados registrados, los fijos discontinuos sin actividad y los ERTE, el desempleo no bajó en octubre en 27.000 personas, como se presumía: aumentó en 138.000.