Los violadores siempre salen a violar
LO PEOR de Irene Montero es su insensibilidad hacia las víctimas de los violadores, pero no es algo personal, sino ideológico. Obedece a la compulsión
enfermiza de la izquierda de identificarse con los delincuentes y no con sus víctimas, de ahí sus atrocidades legales. Centrémonos, pues, en la idea del delito y el sentido de las leyes.
El hecho indiscutible es que cuando los violadores salen a la calle es para violar. Su compulsión criminal es la de disfrutar un poder absoluto sobre otro, en su libertad sexual o en su misma vida. Como ese impulso sigue siempre ciertas pautas, se les caza, pero no se les cura. Cuando violadores, pederastas o asesinos en serie salen de la cárcel es para violar, abusar o asesinar. En todos los tiempos y épocas. Se aceleran los plazos del delito y cambia alguna circunstancia, pero el daño que producen no cambia.
La identificación con el delincuente como supuesta víctima de la sociedad, y no como responsable de sus crímenes, se radicalizó en el 68 con el libro de Foucault Surveiller et punir, donde todo es delito menos el delito.
Cuando Llop y las comunistas de género defienden «ir más allá del carácter punitivo de las penas», recitan a Foucault. Pero las penas son el castigo que los delincuentes merecen; la cárcel, la protección de sus víctimas. Punto.
No siempre la izquierda fue así, pero ahora lo es. Indiferentes a las víctimas de la ETA como a las de las violaciones, su obsesión ideológica es atribuir a otros la responsabilidad del delito, y teorizar su indiferencia.
Un caso de limitación intelectual como el de Montero llegará a imputar la «cultura de la violación» a sus enemigos políticos. Y dirá que avisar del peligro de la «sumisión química», que según ella combate su ley, en realidad culpa a las víctimas. No más campañas de prudencia en la carretera, que se amosca la ministra.
En sus leyes, este Gobierno es profundamente comunista. Y para el comunismo, el luminoso mañana obliga a soportar hoy la dictadura del proletariado, léase comisariado, es decir, su dictadura, que aquí es la de Sánchez. Ayer iban 41 violadores y agresores sexuales favorecidos por la Ley Montero. Pero los males del socialismo son siempre por una buena causa. Ojito con discutirlo.