El Mundo

Los 6,79 mm que derrotaron a España

La selección regresó a su residencia sin ganas de tortilla y entre silencios tras perder ante Japón

- POR EDUARDO J. CASTELAO

Un estudio realizado por el matemático Santiago García Cremades para EL MUNDO estima que, en el pase que precedió al gol de Japón, el balón no había rebasado íntegramen­te la línea de fondo. Fueron 6,79 milímetros los que precipitar­on la derrota de España.

España tiene todavía el miedo en el cuerpo. Durante tres minutos estuvo eliminada del Mundial. La magnitud de lo que estuvo a punto de suceder dejó el ánimo del equipo tocado. Con el paso de las horas, los más optimistas ya trataban de animar al resto: «¡Venga coño, que estamos clasificad­os!». Pero la mayoría, al levatarse ayer, cada uno a la hora que quiso, seguía teniendo la misma cara de susto/preocupaci­ón/alivio que cuando terminó el duelo. Fue percetible ya en el vestuario, más silencioso de lo habitual en los minutos posteriore­s. Tampoco hubo lugar a muchas alegrías en la zona mixta, por donde los jugadores fueron desfilando más pronto que tarde saludando de mala gana, mirando al suelo muchos.

El autobús del equipo abandonó el Khalifa Stadium alrededor de la una y cuarto de la madrugada, y se tarda 20 minutos en llegar desde el campo a la Universida­d de Qatar, donde están alojados. Los jugadores siempre cenan en la residencia después de los partidos, y el jueves no iba a ser menos. El cuerpo técnico y la nutricioni­sta permiten en esas cenas postpartid­o algunas alegrías que el resto del tiempo son tabú. La que más agradecen los jugadores es la tortilla de patata que hace el cocinero de la selección, Rodrigo Vargas. Tras los partidos de Costa Rica y Alemania, especialme­nte el primero, la tortilla sirvió para festejar, pero después del batacazo, pocos se animaron con ella.

Tampoco con el resto de cosas que sólo están permitidas después de un partido. Refrescos, alguna cerveza, pizza, algo de dulce... Picotearon, claro, tenían hambre, pero no fue el ambiente festivo de otras sesiones. De hecho, a las 2.30, poco más de media hora después de llegar, no quedaba ningún futbolista en el comedor. Algunos se quedaron charlando en las salas comunes, pero la mayoría se metió en su habitación. Tocaba descansar no sin antes darle vueltas a lo que había ocurrido. A los 178 segundos en los que España se derrumbó. Colapsó el equipo, reducido a cenizas con la abnegación de Japón en una presión suicida.

Por la mañana, los jugadores comenzaron a animarse un poco, y en ello tuvo mucho que ver el selecciona­dor, que fue casi uno por uno levantando la moral del personal. Por la tarde, antes del entrenamie­nto, en la charla, les explicó lo que había pasado, y el tono fue algo así como ‘os lo dije’. Porque el enfado, evidente, de Luis Enrique durante y después del partido, muy visible en la sala de prensa, venía, en gran medida, porque él ya advirtió a los jugadores en los entrenamie­ntos previos de lo que podría pasar. «Ellos llegará un momento en que se volverán locos y serán como un ciclón presionand­o», les había insistido. «Y ahí es el momento», les decía, «de matar el partido, de circular con tranquilid­ad y rematarlos con espacios». Sin embargo, el equipo, lejos de hacerle caso, se derrumbó con el gol del empate. ¿Cómo? Así:

Es el minuto 47 y 18 segundos, tras el descanso, cuando Carvajal se dispone a sacar de banda casi a la altura del área japonesa. El lateral busca por arriba a Morata, que intenta una dejada de cabeza para Nico Williams, en ese momento haciendo un desmarque de fuera a dentro. El cabezazo supera a Nico y termina en los pies de Pau Torres, que ante la presión de Maeda, decide jugar hacia atrás, desde el centro del campo, para dársela a Unai Simón e iniciar el juego como hace siempre España. Y aquí viene el primer error. El portero hace un amague hacia su izquierda, pero el delantero no pica y se le echa encima. Empieza el desastre.

Juega Simón para Rodrigo y, este sí, se la entrega a Carvajal de primeras, norma básica para romper una presión uno contra uno como la que estaba haciendo Japón. Carvajal, mal perfilado, encerrado, salva de milagro la posesión ante Kamada y Mitoma, pero su balón hacia Rodrigo, de nuevo, sale sucio. Ya sin margen de error, Rodrigo juega con Unai, al que sólo le quedan dos líneas de pase. Una a Pau Torres, a su misma altura y con Maeda corriendo hacia él, y otra, más arriesgada pues ha de ir por el aire, a Balde. Opta, segurament­e con buen criterio, por esta última, pero el lateral del Barça falla en el control y pierde la disputa con Ito. El balón le cae a Doan, los centrales, en este caso Pau, no achica y el disparo del japonés encuentra las manos blandas de Unai. Es el minuto 47 y 47 segundos. Ha pasado menos de medio minuto desde que Carvajal sacaba de banda. En ese momento, un equipo quizá más experto hubiese parado el partido, fingido unalesión, o provocado alguna pequeña trifulca para detener la inercia. Pero no.

España sacó de centro en el minuto 49 y 20 segundos e inició un ataque como si nada hubiera pasado. De hecho, quiso la casualidad que todo terminase en un saque de banda, otra vez ejecutado en el mismo sitio, cerca del área contraria, y por el mismo jugador, Carvajal. Esta vez, el madridista elige jugar hacia atrás, algo lógico, y Rodrigo se la entrega a Pau, con todo el campo y el tiempo del mundo para pensar. En una decisión cuestionab­le, juega en largo para Nico Williams, en fuera de juego. Ahí es Japón la que se toma su tiempo, curiosamen­te, y no saca rápido. España, por lo que sea, estaba fuera del partido. Saca en largo Japón y su par le gana el duelo a Olmo, que estaba regresando.

Tanaka conduce, divide y Balde se come el falso desmarque de Doan, que amaga con irse dentro y se queda por fuera. Recibe y pone el balón por delante. Con mucha más fe, Mitoma rescata la pelota de la línea de fondo opuesta y su pase atrás, con España desarbolad­a, lo empuja Tanaka. Era el minuto 50 y 13 segundos. Habían pasado 178 segundos. Una eternidad.

EN LOS ENTRENAMIE­NTOS PREVIOS, EL SELECCIONA­DOR HABÍA ADVERTIDO DE QUE JAPÓN, EN ALGÚN MOMENTO, IRÍA EN PLAN ‘SUICIDA’

MALAS DECISIONES DE UNAI, CARVAJAL O BALDE FORJARON EL DESASTRE, QUE EL EQUIPO NO FUE CAPAZ DE DETENER POR SU POCA EXPERIENCI­A

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JUANJO MARTÍN /EFE
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IMAGEN DESDE LA PERSPECTIV­A CENITAL EL POLÉMICO GOL QUE DIO LA VICTORIA A JAPÓN
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