Una simbólica victoria contra el Irán de los ayatolás
Las revoluciones sociales pueden comenzar con un simple gesto. Pero uno solo no será suficiente para impulsar los cambios que urgen en Irán, uno de los regímenes más despóticos y corruptos del planeta. Y menos si finalmente ese gesto queda reducido a una mera maniobra cosmética.
La disolución de la policía moral representa una modesta victoria para quienes exigen democracia en la república islámica. Es una respuesta y un claro intento de atenuar las protestas originadas por la muerte de Masha Amini, la joven de 22 años que falleció en extrañas circunstancias en septiembre tras ser arrestada por esa policía moral, oficialmente conocida como Patrullas de Orientación. ¿Su delito? Lucir «mal» el hiyab o velo islámico.
La extinción de este aberrante organismo es una buena noticia, sí, pero debe primar la cautela: ahora hay que comprobar hasta dónde se suceden los acontecimientos. Entre 200 y 448 personas han perdido la vida en unas protestas que el Gobierno ha reprimido con sangre. Claman por el fin de la teocracia, y de momento lo que sabemos es que las normas de 1983 que permiten castigar el mal uso del velo se mantendrán. Y que la Judicatura seguirá velando por que se cumplan.
Estamos ante un pequeño triunfo democrático. Pero el camino hacia la libertad todavía es largo.