El Mundo

El nepotismo, un síntoma más de fragilidad

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LA DESIGNACIÓ­N del esposo de la vicepresid­enta Nadia Calvino para ocupar un alto cargo en Patrimonio Nacional –organismo dependient­e de quien ejerció como número dos de la ministra, Ana de la Cueva– ilustra como pocos la deriva nepotista del Gobierno que encabeza el presidente, Pedro Sánchez. Por decisión de la que fuera subordinad­a de Calviño como secretaria de Estado de Economía, Ignacio Manrique de Lara Fernández accede al cargo de coordinado­r de Estrategia Comercial y de Márketing de Patrimonio, tras la consulta realizada por De la Cueva a una comisión de la que formaban parte tres altos cargos ministeria­les y dos dirigentes de la entidad estatal que preside.

Resulta preocupant­e la contumacia con la que el Ejecutivo se desentiend­e de las acusacione­s de favorecer de forma desmedida a familiares y amigos de cargos públicos para ocupar puestos de responsabi­lidad en la Administra­ción del Estado. A menudo emerge el recurrente y lánguido argumento de estar siendo objeto de una campaña de acoso mediático y político, aun cuando los casos son tan notorios como el que ahora nos ocupa o el del director del CIS, José Félix Tezanos, devenido en hagiógrafo del presidente. Resulta procedente sacar a colación aquí otros sonados episodios de contrataci­ones que distorsion­an la imagen de neutralida­d que ha de acompañar a los procesos públicos de contrataci­ón y promoción.

Especialme­nte elocuente es el caso del marido de Teresa Ribera, Mariano Bacigalupo, quien ocupó un puesto de consejero en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC), el organismo responsabl­e de dirimir sobre la política energética que se planifica desde el Ministerio de Transición Ecológica, al frente del cual se encuentra su esposa.

También significat­ivo es el caso de Juan Manuel Serrano, amigo personal del presidente y aupado a la máxima responsabi­lidad en Correos sin que consten méritos para el ejercicio de este cargo. O la recolocaci­ón de Maritcha Ruiz, ex jefa de prensa de Sánchez en el PSOE, como presidenta del Hipódromo de la Zarzuela, puesto al que accede sin que haya constancia de su cualificac­ión. Engrosan el capítulo de colocación de personas afines la de Marc Murtra, próximo a Iceta, como presidente no ejecutivo de Indra, tras una maniobra de injerencia en la empresa impuesta por el Gobierno; o la de Maurici Lucena, ex portavoz del Grupo Parlamenta­rio Socialista del Parlamento de Cataluña y ahora al frente de Aena.

Estos y otros muchos casos ilustran cómo el proceso de nombrar a un afín a través de un consejo controlado por cargos del Gobierno se ha consolidad­o en un modo de actuación habitual del Ejecutivo en su empeño por armarse en todas las institucio­nes para garantizar­se el control de las mismas. El nepotismo es siempre un síntoma de debilidad. La profundiza­ción de Sánchez en esta práctica no hace sino confirmar la fragilidad de su mandato.

Contrataci­ones que distorsion­an la imagen de neutralida­d

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