El Mundo

Adiós pollos y lechones

EL RUIDO DE LA CALLE

- RAÚL DEL POZO

Los barómetros y termómetro­s que miden la presión política enloquecen señalando cada semana lo contrario que la anterior. Uno de ellos, el de El País, indica que una candidatur­a unitaria liderada por Yolanda Díaz con toda la izquierda del PSOE sería la tercera fuerza en las elecciones, y lograría que el Gobierno de coalición y Pedro Sánchez tuvieran opciones de volver a ganar.

A partir de ese sondeo, la izquierda ha hecho una nueva lectura del cuento de la lechera, que escribió Esopo, y del que hicieron versiones Don Juan Manuel, Samaniego, entre otros. Según esta última narración de la fábula, la que soñaría despierta con el cántaro en la cabeza sería Yolanda, sin pensar que puede tropezar con una piedra, romper el cántaro y derramar la leche, y «adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechones, vacas y terneros».

La enigmática ministra de Trabajo sigue siendo la favorita, desde que Iván Redondo descubrió que superaba a casi todos en intención de voto, noticia que llevó a Pablo Iglesias a nombrarla sucesora. Ahora Podemos no la quiere ni ver, aunque saben que si la izquierda de la izquierda se presenta dividida a las próximas elecciones repetiría el fracaso de

Andalucía.

La que avisó del cuento fue Teresa Rodríguez cuando dijo: «Las ideas de Yolanda son buenas, pero no tiene tropa ni dinero; lo tiene mal si tiene que lidiar con aparatos tan duros y con tanto colmillo como el del Partido Comunista o Podemos». A pesar de carecer de tropa, la candidatur­a de Yolanda parece imprescind­ible para que Sánchez aspire a una mayoría que le permita gobernar. A él últimament­e le abuchean como siempre, pero le van votando más mientras Núñez Feijóo retrocede dos puntos. Cuenta Manuel Sánchez que en los corrillos de los Pasos Perdidos, el día de la Constituci­ón, Pedro Sánchez estuvo simpático con la prensa, e incluso aventuró que «tampoco Feijóo está sobrado de empatía».

Pero ya no se trata de caer bien o mal, ni de provocar tantos abucheos como Esquilache, aquel ministro italiano quiso erradicar el «¡agua va!» y prohibir el sombrero chambergo. Sánchez ha suprimido el delito de sedición y de malversaci­ón para que le apoyen los que intentaron romper el país. Eso no le va a salir gratis, aunque algunas encuestas sigan relatando el cuento de la lechera.

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