Patrimonio ocultó datos del concurso a los competidores del marido de Nadia Calviño
► Les negó a los otros candidatos el salario, el criterio de evaluación de los méritos, cómo se iban a baremar e, incluso, la puntuación obtenida
Patrimonio Nacional ocultó a otros aspirantes información relevante sobre el concurso para contratar a un coordinador de estrategia global y de marketing del departamento, que adjudicó a Ignacio Manrique de Lara, marido de la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. La información que negó a los competidores de Manrique de Lara incluía el salario del nuevo puesto, los pormenores del contrato, el peso del currículum en la calificación total o los criterios de evaluación de méritos, entre otros. El ministerio de la Presidencia, del que depende Patrimonio, dio largas en todos y cada uno de los puntos de los que los concursantes solicitaron información.
Ni el salario. Ni los criterios de evaluación. Ni la baremación de cada uno de ellos. Ni si el currículum pesaba más que la parte práctica. Ni los pormenores del contrato. Ni las condiciones laborales. Ni la fecha de resolución. Ni los nombres de los aspirantes. Ni siquiera la puntuación obtenida. Nada. Patrimonio Nacional les ha negado a los candidatos absolutamente toda la información relevante que han ido pidiendo sobre el proceso de selección del nuevo cargo de «coordinador de estrategia comercial y márketing». Todo está envuelto en una llamativa opacidad.
Sólo se ha hecho público el nombre del ganador. Lo reveló EL MUNDO: se trata de Ignacio Manrique de Lara, marido de la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño. La transparencia en un proceso público tan polémico se hace aún más necesaria al estar la Casa Real de por medio. Porque Patrimonio Nacional tiene como fin la gestión y administración de los bienes y derechos de titularidad estatal afectos al uso y servicio de Felipe VI y de los miembros de la Familia Real, para apoyarlos en «el ejercicio de la alta representación que la Constitución y las leyes les atribuyen».
Pese a esa circunstancia, la información brilla por su ausencia. Pero, a pesar de que el Gobierno los mantiene a todos en el más estricto anonimato, este diario ha logrado contactar con uno de los aspirantes al cargo. Las pruebas documentales sobre su correspondencia por email con Patrimonio confirman que esta institución, dependiente del Ministerio de la Presidencia, le dio largas en todos y cada uno de los puntos en los que solicitó información.
La convocatoria no especificaba ninguno de esos aspectos clave, pero sí prometía una «ampliación de información». ¿Cómo? «Dirigiéndose, si fuera necesario, a la Dirección de Administración y Medios». Así lo hizo este aspirante –que reclama mantenerse en el anonimato para evitar problemas en su actual empresa–, quien envió tres correos electrónicos. En los tres pide información sobre el salario que se percibe en este cargo de nueva creación, sobre la baremación de los méritos, los horarios y sobre los plazos de resolución del proceso. Extrañado, preguntó por qué todo eso no era «público», como es habitual en el sector público. «Creo que es comprensible saber exactamente a qué puesto y en qué condiciones estaba aspirando, escribió.
Sobre los plazos, la respuesta fue indefinida: «Los procesos pueden dilatarse en el tiempo». En relación a «las condiciones del puesto», Patrimonio contesta dando una larga cambiada con esta literalidad: «La normativa que rige es la siguiente». Y adjunta el nombre de un real decreto, dos órdenes ministeriales y una resolución. Obviamente, ahí no se dice cuánto va a cobrar el coordinador de estrategia comercial y márketing, sino las horquillas. Por ejemplo, el salario base no podrá superar los 105.000 euros, pero ésta es una cifra de 2012. Además, con un contrato de alta dirección se puede acceder a tres tipos de retribuciones extra: «complementarias», «variables» o en «especie». Incluso se pueden establecer blindajes temporales, muy habituales en este tipo de contratos. Pero Patrimonio no contestó a nada.
Tampoco a las peticiones de este diario para conocer todos esos datos. Simplemente ha remitido que Manrique
de Lara «obtuvo por unanimidad la máxima puntuación en todos los méritos establecidos en la convocatoria, dada su amplia experiencia en el ámbito de la estrategia comercial y el márketing digital».
Esta última frase abre la interpretación de que los aspectos cualitativos pudieron pesar más que los prácticos en la evaluación. Y eso es muy relevante, ya que la convocatoria de la plaza estipula con mucha claridad que lo más importante para acceder a este cargo era la presentación de un proyecto para incrementar los ingresos de Patrimonio Nacional, sobre todo los patrocinios de las grandes empresas del Ibex, como desveló este diario ayer. Los candidatos debían adjuntar «una memoria del plan comercial y de márketing de Patrimonio Nacional en el que se planteen iniciativas para el incremento de los ingresos y actividades con una clasificación de las prioridades».
A la pregunta de cuánto pesó ese plan y cuánto pesó el currículum, la respuesta es la misma que en el resto de detalles: el silencio. De las cinco personas que formaban esta suerte de tribunal, dos son altos cargos del Gobierno, en concreto en los ministerios de Cultura y Trabajo. Y otras dos son dirigentes de la propia institución. La quinta es una alto cargo del Museo Reina Sofía. «La comisión acordó unos criterios de valoración, de manera previa a puntuar a los candidatos», apuntan en Patrimonio, pero se niegan a decir cuáles eran los criterios y cuánta la puntuación en cada uno de ellos.
Desde esta institución históricocultural sí se reconoce que lo «fundamental» para la creación de este cargo era «incrementar la colaboración de las empresas» en la financiación
«Sería comprensible saber exactamente las condiciones», se quejó un aspirante
de la entidad. «La idea es fomentar eso», apuntaron.
De hecho, el primero de los «méritos» que se demandaba era la experiencia en «el desarrollo de acuerdos de colaboración entre empresas». Actualmente, apenas Santander y ACS aportan cantidades, y muy lejos de los objetivos de la entidad.