El Mundo

Las dos horas de Castillo como dictador de Perú

El presidente fue abandonado por sus ministros, por el ejército y hasta por sus escoltas, que le entregaron a la policía / Se expone a 20 años de prisión

- DANIEL LOZANO LIMA

El fracasado autogolpe de Pedro Castillo asemejó a esos boxeadores novatos que golpean el punching ball y el rebote regresa a toda velocidad contra su cara. Noqueado y con la mirada perdida. Así acudió ayer el derrotado maestro de Cajamarca a la audiencia preliminar que dictaminó prisión preventiva. Todo apunta a que el líder de la dictadura más breve de Perú será acusado de rebelión y conspiraci­ón contra la patria, delitos que le pueden costar 20 años de prisión.

Lima amaneció ayer tranquila como si nada hubiera pasado cuando en la jornada previa se encadenaro­n varios hechos históricos a velocidad de vértigo: la dictadura más breve y absurda de todos los tiempos, la destitució­n y detención del polémico presidente Castillo y la asunción de la primera mujer al frente del país.

Tan rápido que más allá de algunas compras compulsiva­s en los supermerca­dos (nunca faltan en América Latina los carritos llenos de papel higiénico) muy pocos se asustaron. No hubo tiempo. El fracasado autogolpe asemejó a esos boxeadores novatos que golpean el punching ball y el rebote regresa a toda velocidad contra su cara.

Noqueado y con la mirada perdida. Así acudió ayer el derrotado maestro de Cajamarca a la audiencia preliminar que dictaminó prisión preventiva. Todo apunta a que será acusado de rebelión y conspiraci­ón contra la patria, delitos que le pueden costar 20 años de prisión.

La Fiscalía intervino el miércoles por la tarde el Despacho Presidenci­al, que ya había visitado en investigac­iones previas, y fue la propia fiscal general, Patricia Benavides, quien tomó declaració­n al abanderado de la izquierda radical peruana. Benavides y su equipo de fiscales e investigad­ores habían señalado previament­e a Castillo por liderar una banda criminal que se beneficiab­a con sobornos de contratos y adjudicaci­ones de obras. Una mafia en la que participab­a buena parte de la familia del ex presidente, empezando por su mujer y su ahijada y siguiendo por su hermana y sus sobrinos..

Hasta la sede policial donde permanece detenido acudieron entre otros el ex presidente del Consejo de Ministros Aníbal Torres, su Rasputín particular, convertido ahora en su abogado defensor. También se acercó el embajador mexicano, tras reconocer el presidente Andrés Manuel López Obrador que Castillo le había pedido asilo político tras anunciar la disolución del Congreso.

«SUICIDIO DEMOCRÁTIC­O»

López Obrador encabeza a un grupo de dirigentes izquierdis­tas, como Evo Morales, el hondureño Mel Zelaya o Diosdado Cabello, el número dos del chavismo, dolidos por la pérdida de uno de sus alfiles en la oleada izquierdis­ta continenta­l. También el colombiano Gustavo Petro justificó en parte al antiguo aliado al asegurar que «por ser profesor de la Sierra y presidente de elección popular fue arrinconad­o desde el primer día. No logró la movilizaci­ón del pueblo que lo eligió, se dejó llevar a un suicidio político y democrátic­o».

La realidad es que Castillo no se pudo refugiar en la embajada mexicana, tal y como era su deseo. El movimiento clave en la mañana temprano, antes del comienzo de esta película que no da ni para serie, llegó con la renuncia del comandante general del ejército, quien se negó a apoyar lo que iba a venir después. Sin su apoyo, sin un plan racional, sin apenas respaldos, sin ninguna posibilida­d de éxito… ¿Por qué se lanzó Castillo a semejante aventura cuando tampoco estaba claro que los opositores tuvieran los 87 votos necesarios en el Congreso para destituirl­e? Sin duda, la oleada de escándalos de corrupción de última hora impactó con fuerza tanto dentro como fuera de Palacio. Incluso el asesor de un ministro reconoció ante el Parlamento que él mismo había entregado una bolsa con 100.000 soles (unos 25.000 dólares) al presidente y que además le enviaban otros 50.000 soles mensuales.

La secuencia ya es conocida: dimisión en tromba de los ministros, con el canciller a la cabeza, rechazo de todas las institucio­nes del Estado, posicionam­iento firme de la Embajada de EEUU y el definitivo comunicado conjunto de Ejército y Policía. «¡Unidos y decididos! ¡Siempre!», gritaron los jefes de ambos cuerpos.

Nada más comenzar la votación de su destitució­n, Castillo comprendió su soledad absoluta y emprendió la retirada por la puerta de atrás. Ya destituido, fue arrestado por sus propios escoltas y llevado hasta la Prefectura. Era el final de una escapada que ha durado apenas 17 meses.

La nueva presidenta, Dina Boluarte, aprovechó ayer para reiterar que su apuesta es por la tregua política. La abogada no descarta un adelanto de elecciones, pero apuesta primero por que se debe «reorientar lo que hay que hacer» con Perú.

«Va a haber una tregua evidente, al menos hasta marzo, entre el Congreso y el Ejecutivo, porque lo ocurrido ha sido el clímax de un momento, corto pero importante. Boluarte es más aplomada que Castillo y ha encontrado un buen asesor legal, muy vinculado con el ex presidente Ollanta Humala. Y eso ya adelanta que serán ex funcionari­os de su Gobierno en quienes se apoye», dice a EL MUNDO la analista Maite Vizcarra.

Castillo comprendió su soledad absoluta y emprendió la retirada por la puerta de atrás

«Va a haber una tregua evidente entre el Congreso y el Ejecutivo»

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