El Mundo

¿Cuándo dimite Rubiales?

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Es Luis de la Fuente mejor entrenador que

Luis Enrique? Jamás. ¿Será mejor selecciona­dor? Ojalá, pero cuesta imaginarlo. Existe la idea generaliza­da de que un selecciona­dor no debe ser un gran técnico sino un gestor de perfil bajo que no incordie entre tantas estrellas, pero esa teoría se le desmonta a España por dos lados. Para empezar, sus grandes éxitos llegaron de la mano de una leyenda de los banquillos,

Luis Aragonés, y de un ganador de dos Champions, Vicente del Bosque. No eran meritorios, eran institucio­nes. Y, lo más importante, España no tiene ninguna estrella a la que incordiar. Ni una. Si algo nos ha demostrado este Mundial es que el nivel de nuestros futbolista­s es mediocre.

Es difícil imaginar que un español entrase en la rotación habitual de Brasil, Francia, Inglaterra o Portugal.

El único indiscutib­le en un club de auténtica élite, Rodrigo, jugó fuera de sitio... y fue el mejor. Ansu se nos ha roto. Pedri demostró que nos aferramos a él porque no hay otra cosa, pero chalecos. ¿Quién piensa en la aportación de Fernando Santos mientras ve crear a Bruno, Bernardo Silva y Joao Félix? Cuando tu tridente es Ferran-Asensio-Olmo, más vale que tu entrenador sea un alquimista. Lucho había dado síntomas de serlo, pero Marruecos gritó al mundo que, en realidad, él también desfilaba desnudo.

Tiene sentido su adiós, pues ha fracasado. Aseguró que no moriríamos de miedo y caímos aterroriza­dos. No podía continuar. Sin embargo, su futuro es más brillante que el de la selección: él seguirá siendo un entrenador estupendo y cogerá un club grande en cuanto quiera; los futbolista­s españoles continuará­n siendo suplentes de Champions y titulares de Europa League. Con esos mimbres, no hay Luis de la Fuente que te haga un cesto. Ni un posavasos.

Su elección, que huele a Iñaki Sáez que tira de espaldas, es la enésima huida hacia delante de Rubiales. Una decisión anodina que le garantiza no hacer ruido cuando la acumulació­n de fracasos deportivos y escándalos personales amenaza con sepultarle. Nada de lo sucedido augura un mejor futuro para la selección, pero le da un par de cabezas de turco para desviar la atención de su nefasto mandato. El que debería irse es él, pero no lo hará. El único plan de Rubiales es sobrevivir y se llevará por delante a quien sea necesario. Ha sido Luis Enrique. Será De la Fuente. Lo es cada día el fútbol español.

NADA AUGURA UN FUTURO MEJOR PARA LA SELECCIÓN. EL QUE DEBERÍA IRSE ES ÉL, PERO NO LO HARÁ. SU ÚNICO PLAN ES SOBREVIVIR Y SE LLEVARÁ POR DELANTE A QUIEN SEA NECESARIO

que está aún tan tierno que igual nunca llega a ser lo que soñamos. Gavi sí exhibió carácter, pero apunta más a complement­o lujoso que a figura referencia­l. El resto es un sandwich mixto: no molesta, no emociona, no lo recuerdas a los cinco minutos de terminar.

Por eso nos lanzamos en brazos de Luis Enrique como si fuera el mesías que resultó no ser. Si tienes a Mbappé y Griezmann, te da igual Deschamps. De Southgate, con Kane, Saka y Foden, sólo importa por qué ha jubilado los

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AFP Luis Rubiales, esta semana en Doha.
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