La pura verdad
CONSIDERANDO EN FRÍO
Suena el teléfono en el despacho de cierto directivo de medios de orientación progresista.
–¡Buenos días, presidente! Qué sorpresa. Normalmente hablamos con Félix...
–No está el patio para secundarios. El país necesita mi liderazgo, no sé si captas el doble sentido. Verás, no me complace el modo en que el periodismo independiente está contando mis últimas decisiones. Me refiero a la reforma de la sedición y la malversación y a la limpieza en el Poder Judicial.
–Pero presidente, quedamos con Félix en que la sedición se suprimía porque era un delito decimonónico que nos alejaba del derecho europeo, y ahora confiamos en que Alemania no judicialice en exceso el tratamiento de su golpe. Con la malversación te reconozco algunas dudas iniciales, pero vamos a decir que es culpa del PP, que en 2015 endureció ese tipo penal y provocó que los soberanistas no tuvieran más remedio que proclamar la independencia. Vamos a insistir también en la paz ostensible que hoy reina en Cataluña y en la profunda división del soberanismo gracias a la agenda del reencuentro que el Gobierno progresista…
–¿Ves? A eso me refiero. Me decepciona tu falta de ambición. Se acabó el argumentario. Confunde a la gente. A partir de ahora diremos la verdad.
–¿Cómo?
–La verdad, amigo mío. La pura verdad.
–¿Quieres que digamos que derogas la sedición y abaratas la malversación porque te lo piden tus socios sediciosos y malversadores? ¿Y que asaltas el Poder Judicial para blindar tu ejecutoria?
–No, imbécil. La verdad es otra. Si yo decido cambiar el código penal sobran las explicaciones: parece que necesito que me blanqueéis, copón. Luego hacéis el ridículo intentando acompasar a toda prisa vuestra primera reacción a mis decisiones. Tengo anotados los nombres de presuntos progresistas que se atrevieron a dudar de la idoneidad de los indultos y después corrieron a aplaudir sus efectos. Son los mismos que empezaron la semana plantándose muy dignos ante la reforma de la malversación. Y los mismos que ahora consideran «burdo» mi plan para limpiar de fachas el TC y el CGPJ. Todos esos admirarán mi audacia cuando culmine la operación. Así que diles que se ahorren el rodeo, hombre. Lo digo para cuando convoque el referéndum.
–Tienes razón, presidente. ¿Puedo deslizar ya la necesidad de modernizar la jefatura del Estado?
–Calma. La historia tiene sus plazos. Te llamaré.