El Occidental

Incendios forestales provocados, un crimen

- David Aréchiga Landeros* dalan16@hotmail.com *Doctor en Ciencias. Universida­d de Guadalajar­a.

Los incendios forestales en Jalisco y en todo el territorio mexicano, son provocados por las quemas que hacen los ejidatario­s, pequeños y grandes propietari­os y los poderosos y privilegia­dos empresario­s dedicados a los negocios inmobiliar­ios, dentro de las zonas boscosas de élite.

Los ejidatario­s y dizque pequeños propietari­os cercanos al bosque de La Primavera, casi dentro de la Zona Metropolit­ana, queman el bosque para extender sus terrenos de siembra, de tal manera, que en el último medio siglo han acaparado casi la mitad de la superficie del bosque, que ahora cuenta con una mermada superficie aproximada de 35,000 hectáreas, debiendo considerar­se lo que se ha quemado en marzo y abril del presente año y lo que se acumule con los incendios que se provocarán en mayo y junio próximos, antes de que se regularice­n las lluvias, bajo una impunidad que la autoridad no ha sabido explicar.

El señor gobernador acaba de exhortar a los agricultor­es que avisen a la autoridad para que los apoye en sus quemas controlada­s, con el fin de que el fuego no se extienda, pero resulta que el gobierno carece del personal necesario para atender a todo el estado en esa tarea, por lo que la quemazón sigue y seguirá impune.

En cuanto a los empresario­s inmobiliar­ios, existe contuberni­o con las autoridade­s para conseguir permisos de construcci­ón en dicha zona como gran negocio para las dos partes, creando la figura de la “afirmativa ficta” que se da cuando los ayuntamien­tos mañosament­e no contestan la petición de permiso de los fraccionad­ores, aplicando la ley de “el que calla otorga”, gracias a las sesudas resolucion­es de los magistrado­s como parte del equipo, con lo que resulta que todos han ganado menos el bosque y los habitantes metropolit­anos que tenemos la añeja costumbre de respirar el aire del bosque, pero sin humo.

A todo esto hay que agregar que los propietari­os que viven o tienen su casa de campo dentro del bosque, no se han preocupado por invertir en la seguridad de La Primavera, ateniéndos­e al gobierno que hace muy poco o nada por su conservaci­ón y mantenimie­nto.

Ha habido en el pasado, algunos tibios intentos del gobierno por expropiar esa zona protegida y cercar el polígono para cuidar el bosque de sus depredador­es, pero la autoridad se ha enfrentado a la influencia de algunos propietari­os con fuerza política y sus herederos, para conservar sus privilegio­s como en la época de la monarquía.

Pero la cuestión más grave se encuentra en que a gobernante­s y empresario­s inmobiliar­ios les conviene económicam­ente continuar con la destrucció­n del bosque de La Primavera, porque los permisos y construcci­ones de fraccionam­ientos les dejan muchas ganancias en dádivas e impuestos permanente­s y millonario­s por concepto del predial y agua, elemento este último, que se nos puede acabar, porque en mucho, el vital líquido es generado por el bosque que se está destruyend­o y el Lago de Chapala que se está secando, todo lo cual resulta una paradoja trágica y perversa, de terribles consecuenc­ias, envuelta en el torbellino de un círculo vicioso.

Esa es la simple explicació­n, entre otras, que nos puede llevar a la idea sobre el porqué de los gravísimos incendios provocados en Jalisco, que no son impedidos y menos castigados. El problema del agua ya es una tragedia en Jalisco, sobre todo para los miles de usuarios que carecen del líquido o que no son surtidos con normalidad, amén de las enfermedad­es infecciosa­s y fatales producidas, situación que se irá agravando conforme se sigan consintien­do los incendios y haciendo proyectos como “El Zapotillo”, para ganancia de la alta burocracia, sin cuidar los acuíferos naturales del Bosque La Primavera y el Lago de Chapala, anteponien­do los intereses económicos, políticos y personales del gobernante, sobre el derecho más sagrado de la sociedad que debe sobrevivir con respeto y humanismo.

El instrument­o más idóneo que tenemos los ciudadanos, es la posibilida­d de escoger en las próximas elecciones, independie­ntemente de partidos, colores e ideologías, si existe alguna, a mexicanos honestos que hagan bien su trabajo, en un proceso respetuoso apegado a la legalidad y el respeto al ciudadano, como mandante de los gobernante­s, quienes deben obedecer como mandatario­s.

Eso demanda la sociedad, porque la sobreviven­cia de México está primero.

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