Albín Huerta
La comunicación es un pilar importante en la calidad de las relaciones interpersonales tanto en lo laboral, privado y en lo profesional, una comunicación asertiva nutre la relación entre el receptor y el emisor, no obstante, el ser humano aprende en cada momento de su vida, de ahí que tenga que corregir posibles errores derivados de una mala comunicación.
El más común y recurrente es gritar, ya que a través del grito se hiere la sensibilidad de otra persona porque se eleva el tono de voz que aporta un sonido desagradable y ofensivo en las palabras. En el año 2015, un grupo de científicos, estudiaron que un grito humano repercute las profundidades del cerebro afectando la amígdala la cual juega un papel muy importante en el procesamiento y aprendizaje del peligro, el autor del estudio, el neurocientífico Luc H. Arnal, explicó que lo que distingue a los gritos de otros sonidos es una cualidad acústica llamada aspereza que es el cambio rápido en el volumen del sonido.
En una forma generalizada, los gritos aparecen cuando alguien pierde el control de sí mismo, de tal manera que son el mensaje y el estado emocional los que se apoderan del control de la expresividad, si esto pasa con los adultos, ahora imaginemos el efecto que causan los gritos cuando los receptores son los niños.
La niñez es la tercera etapa del desarrollo del ser humano, es posterior a la infancia y precede a la adolescencia. Normalmente esta etapa del crecimiento de la vida humana se sitúa entre los 3 y 12 años de vida, coincide con la escolarización o ingreso del niño a la escuela, lo que significa la convivencia con otros seres humanos de su misma edad y, por lo tanto, iguales en derechos, deberes y requerimientos de la atención.
La infancia es una etapa especialmente vulnerable a situaciones estresantes, tales como el maltrato infantil que es un factor ambiental adverso, capaz de trastocar el proceso del neurodesarrollo y condicionar la madurez cerebral del menor, desembocando en déficits cognitivos persistentes incluso en la vida adulta.
Ahora bien, educar gritando es poco útil, o al menos así lo señalan diferentes estudios, además atrás de muchos de estos gritos solo se encuentra la impotencia de los padres para transmitir la información que desean de otra manera. Así los gritos son la liberación de energía que no se transmite necesariamente el contenido que tratan de imponer, causando en el receptor síntomas de baja autoestima que en muchos casos culminan con el suicidio.
En otro orden de ideas, con un grito anunciamos nuestra llegada al mundo, después gritamos muchas veces en la vida, lo hacemos cuando algo nos sorprende o asusta. También cuando la felicidad nos desborda o cuando la desesperación no cabe en el pecho y, por supuesto, aprendemos a gritar para imponernos, para agredir a otros, para intimidarlos.
Como es evidente, tales problemas (arriba anotados) suelen preocupar e inquietar a padres, educadores y responsables de las instituciones educativas, organizaciones gubernamentales y civiles, por ello es importante que todos unidos cambiemos esquemas de trato hacia aquellos que se encuentran en esta etapa de su vida para que sean hombres y mujeres de bien para la familia y la sociedad.
Comunicarse es, entonces, expresar o manifestar a los otros nuestros pensamientos, deseos y nuestras interpretaciones de las cosas y del mundo. Todo esto, no es posible sin el lenguaje, ya que es a través de éste que se establecen las relaciones humanas y de comunicación. Entonces para qué gritar.
Estimado lector, gracias por sus atenciones. Rector General del Centro Universitario UTEG*
Con un grito
anunciamos nuestra llegada al mundo, después gritamos muchas veces en la vida, lo hacemos cuando algo nos sorprende o asusta.