Gladys Pérez
El derecho a la igualdad de oportunidades y trato entre hombres y mujeres se encuentra claramente estipulado en la Ley Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres. Entre otras cuestiones, esta ley procura erradicar conductas discriminatorias o que posicionen en desventaja a las mujeres frente a los hombres por razón de su género, edad, estado civil, embarazo, raza, procedencia étnica, religión, orientación sexual, discapacidad o estado de salud.
La realidad es que el país en esta materia ha presentado algunos avances modestos, como que las mujeres en Jalisco actualmente logran identificar con una mayor claridad diversos tipos de violencia a las que pueden ser sometidas y que hace algunas décadas eran conductas y patrones muy normalizados en la sociedad. Esto es importante porque el primer paso para acabar con la violencia es identificarla, no obstante, el reto para lograr formar una sociedad más igualitaria y libre de discriminación sigue latente en todos los sectores de la sociedad.
Hoy en día una mujer de la tercera edad, indígena, con alguna discapacidad tiene escasas oportunidades para salir adelante ante una construcción social que tiende a catalogar en una especie de pirámide los ideales sociales que una persona debería poseer para ser exitoso o exitosa en lo que emprende. Por ejemplo, un hombre joven, soltero, blanco y heterosexual tiene hoy por hoy más oportunidades para conseguir un empleo que una mujer joven, indígena, soltera y homosexual. Es decir, las preferencias sexuales, la procedencia étnica y un sinnúmero de condicionantes inciden en las oportunidades brindadas a los hombres y mujeres.
Sin duda desestructurar patrones e imaginarios sociales no es una tarea sencilla. La Ley Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres otorga a los poderes públicos del estado la facultad para adoptar medidas específicas, razonables y proporcionadas en favor de las mujeres para hacer efectivo su derecho constitucional a la igualdad de trato y oportunidades y corregir situaciones de desigualdad de hecho respecto de los hombres.
Y un paso indispensable para la implementación de políticas transversales y acciones correctivas que realmente abonen a cerrar la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, es que dentro de los mismos poderes públicos se abran espacios para la toma de de-