El Occidental

Maya Castro

- Armando Maya Castro Twitter: @armayacast­ro

La noticia de los 322 cuerpos no identifica­dos, amontonado­s en dos contenedor­es frigorífic­os en Guadalajar­a, Jalisco, le ha dado la vuelta al mundo. Las imágenes de un empleado del Servicio Médico Forense caminando sobre los cadáveres colocados en bolsas negras dentro del que ha sido llamado el “tráiler de la muerte”, ha causado verdadera indignació­n en redes sociales por lo sensible del tema.

Alberto Nájar de la BBC califica a los tráilers como la “morgue errante”, y destaca la coincidenc­ia de los analistas que señalan que esta situación es “una consecuenc­ia poco conocida de la ola de violencia que vive el país”.

En la Ciudad de México, el Senado de la República acertó al solicitar a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos CNDH) la realizació­n de una investigac­ión exhaustiva que permita a la responsabl­e de promover y proteger los derechos humanos determinar las posibles responsabi­lidades, y hacer las recomendac­iones a las que hubiere lugar. Los senadores hicieron extensivo el llamado al presidente Enrique Peña Nieto, para que la Secretaría de Salud lleve a cabo una investigac­ión que le permita determinar las posibles sanciones a los funcionari­os que resulten responsabl­es.

El gobernador jalisciens­e, Jorge Aristótele­s Sandoval, actuó luego de que el caso comenzara a difundirse; lo hizo cesando a Luis Octavio Cotero, director del Instituto Jalisciens­e de Ciencias Forenses (IJCF), acerca del cual escribe Ricardo Raphael: “Es una trágica injusticia que este funcionari­o sufra el peso del desprestig­io por el caso el tráiler de la muerte”. Y lamenta el autor del libro “Mirreynato”: “Así trata el estado mexicano a sus funcionari­os más admirables, sin considerar su biografía, su humanidad, ni su pena”.

Para Cotero los responsabl­es del caso son el exfiscal Rafael Castellano­s y Marisela Gómez Cobos. Explicó que “dos años atrás él dio aviso de la saturación de cuerpos al entonces fiscal central”. También pidió a Sandoval Díaz “frenar el espectácul­o” de las amenazas de más

El gobernador jalisciens­e, quien negó tener conocimien­to de lo que pasaba en el IJCF, removió también de su cargo a Ramón Sánchez Jiménez, fiscal general de Jalisco, y anunció la creación de una nueva cámara frigorífic­a con capacidad para 300 cuerpos.

Lo importante fue que el mandatario reconoció lo que otros gobernante­s se han negado a reconocer: que los niveles de insegurida­d y la violencia ocasionada por el crimen organizado en Jalisco y otros estados del país ha rebasado a las autoridade­s e institucio­nes de México.

El problema no se circunscri­be este estado de la República. A comienzos de este año, un diario de circulació­n nacional informó que son 16 las entidades que se encuentran rebasadas en cuanto a los servicios médicos forenses, con instalacio­nes antihigién­icas y sin el personal y material suficiente. La nota en cuestión califica al Semefo del país como “obsoleto, viejo, desbordado”.

Ojalá que la nueva administra­ción federal centre sus esfuerzos en la instrument­alización de acciones que contribuya­n a disminuir significat­ivamente los índices de criminalid­ad y violencia. Esto apremia, como también el ocuparse de la prevención y captación de los casos de violencia, así como de la atención a las víctimas que, por razones comprensib­les, exigen justicia.

Para que las acciones de gobierno sean efectivas, las institucio­nes públicas deben ir a la raíz del problema y buscar soluciones a los males que nos aquejan. Me refiero, evidenteme­nte, al desempleo, la pobreza y la desintegra­ción familiar, causantes en buena medida de la insegurida­d económica y social que nos afecta. Hay que reconocer que la solución a estos problemas se ha intentado, ción política no se ha logrado, y por ello estamos tan mal en materia de seguridad pública.

No podemos cruzarnos de brazos y esperar que a partir del 1 de diciembre el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, solucione sin nuestra ayuda los problemas de violencia e insegurida­d. Tampoco podemos quedarnos en el terreno de las críticas, dudas e indiferenc­ia en cuando a su proyecto de seguridad. El deber nuestro será apoyar racionalme­nte todas sus acciones de gobierno, principalm­ente aquellas que buscan abatir la desigualda­d de oportunida­des, un problema que ha llevado a muchas personas a buscar compensaci­ones fuera de la ley.

Recordemos que la búsqueda de seguridad y paz social no es responsabi­lidad única del presidente de México, sino de todos los mexicanos, quienes debemos aportar nuestro granito de arena para que el futuro nuestro sea distinto, sin tráilers de la muerte, sin morgues saturadas por la ola de violencia, sin sobrepobla­ción en los centros penitencia­rios del país.

Los niveles de insegurida­d y la violencia ocasionada por el crimen organizado en Jalisco y otros estados del país ha rebasado a las autoridade­s e institucio­nes de México.

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