El Occidental

SIN NI UNA GOTA DE GASOLINA

- Víctor Chávez Ogazón Comentario­s en @Vicman666 y Victorcho@eloccident­al.com.mx.

María, de 21 años, trabaja de enfermera. Terminó una semana de guardia nocturna y justo el fin de semana que le tocaba descansar, cuando iba a cambiar de turno para entrar de día durante otra semana, tuvo que salir a buscar gasolina.

Su pequeño Chevy sirvió de cama esa noche, la que ella salió de casa para apostarse en una fila rumbo a la gasolinera que se ubica en Anillo Periférico.

Ella es mamá soltera, no tiene pareja ni nadie que le cuide a sus tres pequeñas de noche, la nana -una amiga- ya se las cuidó durante cinco días, le era imposible quedarse un sexto y entonces las pequeñas tuvieron que acoplarse al pequeño asiento, donde -lo dice su mamá- no han podido acomodarse.

Esperó por horas, en el frío, por fortuna les puso pijamas y les lanzó encima una cobija, aún así la más pequeña estornudab­a.

Ella no tuvo tiempo de leer un libro, escuchar la lista de canciones creada para esperar la gasolina y en cambio les dio de cenar ahí, leche y pan, le ayudó a una de ellas con la tarea y dormitó. Así pasó la única noche a la semana que tiene para convivir con sus hijas, no hubo noche de película, convivio ni pizza.

Aldo y su hijo se enteraron de la crisis durante la semana, el primero tiene dos trabajos para poder más o menos subsistir. El muchacho estudia y trabaja, va iniciando clases.

Los dos se enteraron de lo escasez de la gasolina, pero no pudieron surtir combustibl­e por obvias razones de lunes a viernes.

El domingo salieron a la aventura e hicieron fila en una de las gasolinera­s más cercanas a su casa, en Anillo Periférico antes de llegar a la avenida Malecón.

Ya encontránd­ose en el auto, en la larga espera y mientras platicaban sobre la jornada deportiva, apareciero­n dos sujetos, los vieron dialogar con los ocupantes del auto de adelante y luego llegaron a ellos, les tocaron el cristal con lo que parecía el cañón de un revólver y entonces les exigieron todas sus pertenenci­as, teléfonos celulares y dinero en efectivo.

Ah, por que en esa gasolinera -como muchas otras- solo reciben dinero en efectivo. Llevaban parte de su quincena, que ahí se les fue, como otros objetos personales. En la gasolinera ya no comprender­ían por qué no traían dinero y optaron por irse a su casa en el auto, sin combustibl­e.

Todavía cuando se retiraban vieron que los mismos sujetos asaltaron a los que estaban atrás de ellos.

Como éstas historias, hay cientos de ellas donde el “sacrificio” que pide el Gobierno federal a los ciudadanos para combatir el “huachicole­o”, va más allá, familias enteras pierden calidad de vida, a ellos no les importa saber si es un asunto federal o estatal, si fue un error de operativid­ad o de estrategia; lo que les queda claro es que no hay combustibl­e, pierden tiempo muy valioso y la vida se encarece.

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