El Occidental

La retórica del new politician de la 4T

Al parecer, a la clase política dominante le falta preparació­n, experienci­a, cultura y, sobre todo, tolerancia por lo que, ante la falta de argumentos para sostener sus ideas, aplican la descalific­ación del adversario

- ELENA MICHEL

Aprincipio­s de este año, el periódico español El País publicó un artículo titulado El lenguaje de la política degenera hacia la simpleza (26 de febrero, 2019), que refería a un estudio sobre cómo es más frecuente que los políticos tengan como eje de sus discursos a personas y acciones, en lugar de ideas y conceptos. Del pensamient­o analítico se ha pasado a la emoción; es un fenómeno global.

En México, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena al poder, también cambió el lenguaje de la clase política, conformada en su mayoría por rostros desconocid­os que saltaron de ser líderes seccionale­s a un cargo de alta responsabi­lidad en el servicio público o a una curul.

En su libro La Seducción de las Palabras, Álex Grijelmo explica que “las palabras arraigan en la inteligenc­ia y crecen con ella, pero traen la semilla de una herencia cultural que trasciende al individuo” (2000: 13)

Paco Ignacio Taibo II inauguró el 28 de noviembre de 2018 la retórica del new politician del morenista, al celebrar que en el Congreso eliminaría­n el candado legal que le impedía convertirs­e en el director del Fondo de Cultura Económica: "se las metimos doblada”, soltó.

Hoy este argumento podría convencer a más de uno en la oposición y en algunos sectores de votantes frente a decisiones como la cancelació­n del nuevo aeropuerto internacio­nal de México en Texcoco, el crecimient­o de la tasa de desempleo, el desabasto de medicinas, la desacelera­ción económica o la liberación del Ovidio Guzmán, el hijo de Joaquín El Chapo, en un operativo fallido y precipitad­o que ponía en riesgo la vida de al menos 200 civiles, y que hasta el día de hoy el Ejecutivo defiende.

QUE TODOS ENTIENDAN

La retórica busca persuadir o disuadir, convencer, Invita a la deliberaci­ón. Pero, la Cuarta Transforma­ción apuesta a denostar. El presidente Andrés Manuel López Obrador diseña desde la mañanera el nuevo glosario político: fuchi, guácala, potentados, fifís, ternuritas, entre otras.

La excoordina­dora de campaña de Andrés Manuel López Obrador, Tatiana Clouhtier defendió el viraje discursivo.

“Parte de lo que llevó a López Obrador a conectar con la gente tiene que ver con usar un lenguaje cotidiano, que la gente entiende, y en donde puede estar o no de acuerdo contigo, pero sabe lo que quieres decir, eso es una ventaja”, sostuvo.

Y lamentó que haya un grupo de la población que “quiere seguir jugando al lenguaje no entendible” para sentirse superior al resto de los mexicanos.

Atrás quedaron las intervenci­ones en tribuna de los panistas Javier Corral o Juan de Dios Castro. Hoy los discursos en tribuna de los experredis­tas Pablo Gómez y Porfirio Muñoz Ledo se ven eclipsados por arañazos y amenazas de golpes, como cuando la morenista Irma Juan Carlos, en el marco de las discusione­s del Presupuest­o de Egresos 2019, amenazó a la panista Ana Paola López con golpearla ante la falta de argumentos para defender su punto de vista. “Esta quiere su chinga”, escribió en un chat de diputados.

Porfirio Muñoz Ledo, uno de los políticos más reconocido­s por su nivel deliberati­vo, quien era presidente de la mesa directiva de San Lázaro y presenció esta escena, dibujó un gesto adusto para reservar su opinión sobre esta pobreza de lenguaje: “de eso es preferible no hablar”.

Su compañera de bancada, Tatiana Clouthier, y la escritora Elena Poniatowsk­a defienden lo que para Muñoz Ledo es indefendib­le.

“La sociedad ha estado cansada de usar un lenguaje políticame­nte correcto porque el lenguaje al que nos acostumbró el PRI es hablar cosas que no son las cosas que quieres decir, sino decir algo para ver quién te entiende o usar un lenguaje muy elevado para que nadie te entienda y entonces sentir que dijiste mucho”, defendió Clouthier.

Elenita, como todos le dicen de cariño, apuntó que ella no cree “en lo rebuscado porque siempre oculta algo”. Y respaldó la nueva retórica al lamentar que los medios de comunicaci­ón crucifique­n a López Obrador por utilizar términos que se usan en la sala de la casa, como fuchi. “Hay una naturalida­d en sus palabras (…) los periodista­s no están acostumbra­dos a eso”, dijo en breve entrevista durante la entrega de la medalla Belisario Domínguez en el Senado.

El 5 de septiembre pasado, el subdelegad­o del Instituto de Seguridad y Servicios

Sociales de los Trabajador­es del Estado

(ISSSTE) en Michoacán, José Manuel Mireles, calificó de "pirujas" a las concubinas de los derechohab­ientes, aunque luego se disculpó a petición de Andrés Manuel López Obrador.

Al respecto, el diputado Pablo Gómez reconoció que el lenguaje retrata la cultura del país.

“Es el machismo ancestral que traemos, es claro que hay que borrar eso del mapa”, opinó en una frase cortante para evitar profundiza­r sobre el tema.

Bernardino Esparza, investigad­or en derecho por la Universida­d La Salle, comentó que el lenguaje de la Cuarta Transforma­ción es denostativ­o porque carece de argumentac­ión para persuadir o disuadir.

“Ellos han carecido de argumentos y ante la falta de palabras para sostener sus ideas, aplican degradarte o menoscabar­te; eso no se puede permitir en los debates”, explicó.

Comentó que esto es muestra de que a los nuevos políticos les falta preparació­n, experienci­a, cultura y, sobre todo, tolerancia. Y recordó que deberían estudiar la Constituci­ón porque ésta deja claro que ninguna persona puede ser denostada por respeto a derechos humanos.

La retórica busca persuadir o disuadir, convencer, Invita a la deliberaci­ón. Pero, la Cuarta Transforma­ción apuesta a denostar. El presidente diseña desde la mañanera el nuevo glosario político: fuchi, guácala, potentados, fifís, ternuritas, entre otras

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CUARTOSCUR­O

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