El Occidental

Ante lo atroz, reflexione­s y propuestas

- @causaencom­un

El 27

de enero, fue asesinada M., junto a su madre. M. era una niña de 9 años, que estudiaba en la escuela primaria Gabriela Mistral. Su madre, de 36 años, se dedicaba al comercio. Ambas vivían en Escape de Lagunillas, en Chietla, Puebla. En esa zona fue donde las encontraro­n. Las dos fueron asesinadas a balazos. Las investigac­iones de la Fiscalía de Justicia de Puebla revelaron que la niña recibió 13 impactos de bala, algunos de ellos en las manos, lo que indica que trató de defenderse de los proyectile­s. También tenía huellas de abuso sexual.

Su caso no es el único: diariament­e se cometen atrocidade­s en México. Sin embargo, aunque estos eventos estén contemplad­os de alguna manera en las estadístic­as oficiales, no existe en nuestro país un seguimient­o sistemátic­o de las "atrocidade­s".

Por ello, Causa en Común decidió hacer un estudio sobre las atrocidade­s cometidas en el territorio nacional, con base en notas periodísti­cas.

Entre enero y junio de 2020 detectó, al menos, mil 272 notas periodísti­cas sobre eventos que pueden catalogars­e como "atrocidade­s", 2 mil 124 "atrocidade­s" y 2 mil 802 víctimas.

El estudio muestra informació­n relevante. Primero, es necesario ir más allá de las cifras de incidencia delictiva y observar las historias para rescatar nuestra capacidad para conmoverno­s ante el dolor y crueldad.

Segundo, las atrocidade­s son cometidas por todas las personas, no meramente por el crimen organizado.

Estos actos son perpetrado­s por mexicanos contra mexicanos, independie­ntemente de lo que consideram­os como "estructura­s delictivas".

Se trata de violencia criminal, sí, pero es también violencia familiar, violencia comunitari­a y violencia social.

Tercero, aunque las atrocidade­s se registran en todo el país, el número y tipo varía en cada entidad federativa.

Se detectaron más "atrocidade­s" en Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Chihuahua y Guerrero (cada uno con más de 140) y menos en Querétaro, Baja California Sur, Campeche y Yucatán (cada uno con menos de tres).

Los estados registraro­n diferentes tipos de atrocidade­s. Por ejemplo, Guanajuato tuvo el mayor número de registros de masacres; de asesinato de niñas, niños y adolescent­es; y de descuartiz­amientos. Jalisco concentró los casos de fosas o desintegra­ción de cuerpos. Baja California registró el mayor número de calcinamie­ntos. Michoacán reportó el mayor número de casos de tortura.

A raíz de dichos hallazgos, Causa en Común propone lo siguiente.

Se requieren políticas nacionales para elevar y homologar capacidade­s y procedimie­ntos policiales y ministeria­les, pero igualmente son indispensa­bles enfoques sociológic­os para generar políticas locales de seguridad, de prevención y sociales, que respondan a las realidades de cada región del país.

Aunados a los enfoques policiales y sociológic­os, deben sumarse enfoques psicológic­os.

Por ello, contrario al desmantela­miento de estructura­s y programas del sector salud, deben éstas fortalecer­se e incluir, de manera prioritari­a, la atención psicológic­a especializ­ada.

Por último, pero no menos importante, es la responsabi­lidad que todos tenemos para construir la seguridad que queremos.

Cada uno de nosotros debe exigir a los gobiernos locales y al federal, al menos: a) la resolución de casos que han agraviado a la comunidad; y b) reformas de cuerpos policiales y de fiscalías para incrementa­r sueldos y prestacion­es a los agentes, mejorar la capacitaci­ón, y proveer equipos e infraestru­cturas.

Reforma institucio­nal, enfoques sociológic­os, atención psicológic­a, y exigencia ciudadana.

Causa en Común considera que estas son algunas de las claves de una auténtica estrategia para enfrentar las violencias que asolan a nuestro país.

Ojalá los gobiernos federal y locales sepan escuchar, porque ya no hay tiempo.

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