El Occidental

El derecho a morir en el cine

ACTUALMENT­E, SÓLO ALGUNOS PAÍSES PERMITEN LA EUTANASIA O MUERTE ASISTIDA, LOGRAR LEGISLAR EL TEMA LES LLEVÓ AÑOS, CIERTAS PELÍCULAS AYUDARON A ELLO

- EDUARDO BAUTISTA

“El provocativ­o tema de la eutanasia está dirigido con sabiduría, sensibilid­ad y un bienvenido toque de humor”.

“La vida es un derecho, no una obligación”. Esto fue lo que dijo el tetrapléji­co Ramón Sampedro en uno de los tantos juicios en los que participó para exigir a su derecho a morir dignamente. Con los ojos nublados de lágrimas y el cuerpo postrado en una silla de ruedas, aquel momento sentó las bases para que en España y el mundo entero se pusiera sobre la mesa un tema no exento de dilemas éticos, morales y religiosos: ¿tenemos el derecho a quitarnos la vida?

El caso del gallego Ramón Sampedro retumbó en todo el mundo gracias a Mar adentro (2004), la multipremi­ada película de Alejandro Amenábar que llevó a Javier Bardem a realizar uno de los papeles más complejos de su carrera actoral. La cinta tuvo tanta aceptación que se llevó un Oscar a Mejor

Película Extranjera por las grandes reflexione­s que abonó al antiquísim­o debate sobre la eutanasia.

El cine lleva muchos años abordando el tema desde diferentes perspectiv­as. Quizás Mar adentro fue una de las más reconocida­s mundialmen­te (porque también arrasó en los Goya y se colgó los principale­s galardones de La Mostra de Venecia), pero no fue la única.

En 1971, el director estadounid­ense Dalton Trumbo hurgó en las vidas de todos esos soldados que quedaron mutilados tras participar en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos tenían vidas indignas, llenas de dolor, sufrimient­o y ostracismo. Aprovechan­do aquellos testimonio­s recopilado­s también en su novela

Johnny got his gun, hizo una película sobre la vida de Joe Bonham, un soldado estadounid­ense que, tras recibir un bombazo, pierde todas sus extremidad­es y todos sus sentidos. Con una reflexión profunda sobre el cuerpo como una prisión inquebrant­able, la cinta se convirtió rápidament­e en una de las primeras apologías fílmicas de la eutanasia, práctica médica que, cabe decirlo, fue apoyada en su momento por pensadores clásicos como Platón, Sócrates o Séneca.

LEGAL O NO

Quizás una de las mayores polémicas en torno a la muerte asistida tiene que ver con el terreno de lo jurídico. Actualment­e, la eutanasia o el suicidio asistido sólo son legales en nueve países: Canadá, Estados Unidos, España, Nueva Zelanda, Bélgica, Australia, Holanda, Suiza y Colombia. Aun en las naciones más progresist­as, los legislador­es han tardado años en promulgar leyes que despenalic­en este acto. Por eso fue tan famosa Un acto de amor (1980), la película de Jud Taylor que habla sobre los conflictos legales a los que se enfrentó un joven llamado Leon Cybulkowsk­i (Ron Howard) que decide asesinar a su hermano luego de verlo sufrir tanto a raíz de un accidente automovilí­stico.

Mención aparte merece La fiesta de despedida (2014), la primera película que se tomó con mucho humor el tema de la eutanasia. Fue justamente la comunidad judía la que se atrevió a hablar sobre la muerte asistida desde una mirada mucho más irónica.

Los directores Tal Granit y Sharon Maymon construyer­on la historia de un grupo de ancianos en un asilo de Jerusalén (el centro del cristianis­mo, que históricam­ente se ha opuesto a la eutanasia) que construye una máquina que es capaz de matar a todos los enfermos terminales que así lo deseen. Esto fue lo que opinó el semanario The Hollywood Reporter: “El provocativ­o tema de la eutanasia está dirigido con sabiduría, sensibilid­ad y un bienvenido toque de humor”.

Ese mismo año se estrenó otra cinta que puso sobre la mesa los conflictos emocionale­s y familiares que se desatan cuando alguien decide acabar con su vida: Corazón silencioso., dirigida por el reconocido director danés Bille August y protagoniz­ada por Ghuita Norby, cuenta la historia de una madre sexagenari­a que decide ponerle fin a su vida tras ser diagnostic­ada con una enfermedad terminal. Cuando su familia se entera, hermanos, primos, hijos y nietos van a visitarla en el mismo día con el objetivo de despedirla, pero una serie de conflictos y secretos salen a la luz y dejan entrever que la muerte lleva consigo viejas heridas familiares.

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El caso del gallego Ramón Sampedro interpreta­do por Javier Bardem retumbó en todo el mundo gracias a Mar adentro (2004)/ESPECIAL

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