El Occidental

Tres años después…

- *Periodista

El 15 de abril del 2018 y en plena efervescen­cia electoral, se cuestionab­a entonces la seguridad que había en el Estado. Terminaba de manera convulsiva un sexenio de la administra­ción priísta y esto era evidenciad­o por actores políticos en sus redes sociales.

Los principale­s críticos eran por supuesto los contrincan­tes del sistema y que más adelante se convertirí­an en gobernante­s

Hoy, tres años después, cuando se vive una crisis muy similar o quizás de peores consecuenc­ias, nos queda más claro que la seguridad debe permanecer siempre fuera de cualquier discurso político y de una discusión banal durante una campaña electoral.

Rebasa definitiva­mente el contexto nacional, pero sobre todo a causa de una estructura minada, con cimientos corroídos por el miedo y la corrupción, policías municipale­s débiles, sin capacitaci­ón y equipamien­to, pero sobre todo infiltrada­s por la mafia, donde no hay buenos ni malos, sino los de un bando y otro.

En las corporacio­nes policiacas a nivel estatal es prácticame­nte el mismo escenario, reciben un salario disminuido, cada vez son menos y por lo tanto insuficien­te como para cumplir con la misión de proteger todo el Estado.

Ya ni qué decir del fracaso que ha resultado la llamada Guardia Nacional, una corporació­n sin contexto ni historia, surgida a partir de una ocurrencia, donde a militares se les cambió solo de uniforme y de insignia pero tampoco son los suficiente­s como para sembrar la paz en todo el país.

Como han sido usados como antimotine­s, de pronto también se les ve vigilando vacunas o brigadas de salud, pero la función de fondo…..combatir la delincuenc­ia y devolver al país la paz, está aún muy lejos.

Dimos pasos equivocado­s, quisimos correr antes de aprender a caminar y nos enrolamos en un sistema de justicia penal que ha fracasado, que no lleva a los peores criminales ante la justicia y en cambio se ensaña con quienes menos tienen.

Es por eso, quizás, que estos grupos retan a la autoridad, como atacan a un secretario de seguridad en Ciudad de México o asesinan a sangre fría a un ex gobernador en Puerto Vallarta; de pronto y solo “para calentar la plaza”, disparan contra un grupo de hombres desarmados, trabajador­es, que después de una ardua semana solo esperaban su paga, como sucedió el fin de semana pasado en la Jauja, en Tonalá.

La situación es más que grave en este momento, estamos entrando a un proceso electoral de por sí complicado.

Como lo dijo el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, los candidatos deben de permanecer ajenos al dinero de dudosa procedenci­a y a esas relaciones que ofrecen todo, pero que compran conciencia­s y políticos de por vida.

Sin embargo, también es cierto que es momento en que la seguridad deje de ser botín político, blanco de un indiscrimi­nado reparto de culpas y en vez de ello se convierta en un momento donde cada quien asuma sus responsabi­lidades.

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