El Occidental

¡ABRAN PLATO AL REY!

Desvelamos los colores e ingredient­es del platillo que engalana la mesas mexicanas. Esto es lo que hay al interior del inigualabl­e chile en nogada

- ARIANNA BUSTOS NAVA Y MARIANA GARCÍA MUÑOZ

Desde 1821, el chile en nogada estableció su reinado en los hogares mexicanos. Su trascenden­cia en la historia nacional que data de dos centenario­s invita a presumir hasta al miembro más pequeño de la vajilla para celebrar su llegada. Si bien existen algunas leyendas que le dan vida a este manjar, la más representa­tiva es aquella que cuenta que nació en las manos de las monjas agustinas del Convento de Santa Mónica, un tributo para festejar el Día de la Independen­cia. Aunque el primer registro que existe sobre la nogada tiene fecha en el siglo XVIII, escrito en el libro de cocina del hermano fray Gerónimo de San Pelayo en 1780.

La sincronici­dad entre la cosecha de sus ingredient­es y los colores que en conjunto forman los tres tonos base de la bandera, hacen que su majestad se adueñe de las miradas durante los banquetes esta temporada; sabores que provienen en su mayoría de los sembradíos de Calpan, Puebla.

Antes de hincarle el diente, aprecia su exterior y los insumos que hay en su corazón. ¡Honra al rey que lleva por corona un pedazo de perejil!

Controvers­ia, aunque en gustos se rompen géneros, la tradición poblana afirma que el chile en nogada sí debe ir capeado. Este representa el oro y la ostentosid­ad de la época barroca.

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