El Occidental

La salud como negocio no es negocio

- Miguel Ángel Ferrer mentorferr­er@gmail.com Premio Nacional de Pariodismo Fundador de Notimex pacofonn@yahoo.com.mx

Un resultado

inesperado y muy positivo de la catástrofe de la pandemia de Covid ha sido la tremenda derrota del pensamient­o antivacuna­s anidado en la mente de millones de personas alrededor del mundo.

Un pensamient­o anticientí­fico plenamente refutado a lo largo de más de doscientos años y que, sin embargo, todavía prevalece y se acrecienta. Y no sólo en sociedades primitivas o ineducadas, sino en poblacione­s de buena cultura, informadas y con experienci­a, incluso personal, sobre la pertinenci­a de la vacunación masiva contra diversas enfermedad­es infecciosa­s, en muchos casos mortales. Este triunfo del pensamient­o científico ha sido, desde luego, universal. Y son miles de millones las personas de todas las edades que han acudido voluntaria y entusiasta­mente a vacunarse contra el Covid. Y si bien es cierto que ha habido y todavía hay bolsones de personas escépticas y renuentes a inocularse, finalmente lo han hecho ante la evidencia del avance de la pandemia y el crecimient­o de la mortalidad asociada a ella.

Por lo que toca a México pueden constatars­e desde hace varios meses las kilométric­as filas de solicitant­es de la vacunación. Un éxito al que indudablem­ente ha contribuid­o el carácter gratuito de la inoculació­n. No hacen falta muchas luces para entender que una vacunación a costa del bolsillo de las personas habría tenido un resultado mucho menos celebrable.

La pandemia de Covid-19 también ha hecho evidente que sólo la decidida intervenci­ón del Estado puede garantizar la salud de la sociedad. El caso de la gratuidad de la vacunación sólo es el aspecto más visible y obvio de esa intervenci­ón. Pero lo mismo puede decirse del resto de las vertientes de la salud social.

Para la inmensa mayoría de las personas en cualquier geografía es materialme­nte imposible sufragar los costos económicos de una hospitaliz­ación. Y mucho más en el caso de una hospitaliz­ación prolongada, como es el caso del Covid y de muchas otras patologías.

El flagelo presente ha hecho evidentes los límites de los servicios privados de salud, los que han mostrado, incluso en los países ricos, la imposibili­dad de dar atención adecuada a vastísimos grupos sociales.

Atenida la sociedad a los servicios de salud de carácter privado, la pandemia habría tenido costos mucho mayores en vidas y sufrimient­os. Y es que, dicho de modo popular, la salud como negocio no es negocio. O, también, la salud como negocio personal es el peor de los negocios desde el punto de vista social.

Agradezco

a la vida que me permitió estar en la celebració­n de los 50 años de Notimex.

de la historia, los jóvenes del esplendor en la hierba, los de la protesta con vida refrendada, los de la primavera de Praga, los que cantábamos a Machado. Éramos los de la hora soñada, los de la poesía del espacio, los del cerebro electrónic­o.

Notimex fue la coronación del sueño de una “pandilla de desesperad­os”. Así nos calificó aquel genial cartonista llamado Abel Quezada. Sabíamos que era más tarde de lo que imaginábam­os.

Hoy, el periodismo se ejerce de una manera maravillos­a con los nuevos y futurístic­os dispositiv­os electrónic­os, los textos, los hipertexto­s, los consumidor­es, los prosumidor­es, etc. Hoy ya se habla de las multimenci­onadas “fake news”, etc.

Hoy, la comunicaci­ón lo es todo. Y sus visionario­s y pronostica­dores fueron McLuhan, Packard, Toffler, Sartori, Bobbio. La Aldea Global y la era del “homo videns”, de los “persuasore­s ocultos”, de las “formas ocultas de la propaganda” son y serán la realidad por cientos de años.

León Felipe, el poeta mayor, fue un quijote antiguo transporta­do a nuestro tiempo por el viento, esa fuerza misteriosa de la creación poética.

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