Habló con los puños
HACE 40 AÑOS, SALVADOR SÁNCHEZ LOGRABA UNA VICTORIA ÉPICA AL PONER KOT A WILFREDO GÓMEZ
Hablar del inolvidable Salvador Sánchez es referirse a uno de los grandes campeones mexicanos de la historia. Basta decir que su gloriosa victoria sobre Wilfredo Gómez, un día como hoy, pero de 1981 en el Caesars Palace de Las Vegas, es considerada como una de las más grandes para el boxeo mexicano, al triturar en el octavo episodio a un auténtico león que venía de noquear en todos sus triunfos, pero contra el orgullo de Santiago Tianguistenco, se topó con un muro que desde el primer round le dejó claro que hablaría con los puños al mandarlo a la lona.
“Salvador era un peleadorazo; Wilfredo quiso dar pelea, pero desde el primer round sintió la pegada del mexicano y tuvo que pelear lastimado, ya no se recuperó. Es una de las victorias más grandes del boxeo mexicano, también pondría a ese nivel la de Julio César Chávez contra Meldrick Taylor, son dignas de recordar a cada momento”, señaló a ESTO el reconocido periodista Víctor Cota, director de historia y estadística del Consejo Mundial de Boxeo.
En la previa, el puertorriqueño había advertido que noquearía al mexicano, campeón pluma del Consejo Mundial de Boxeo, en el octavo round, pero sólo quedó en amenaza.
Tras ese asalto inicial en el que sintió los puños del mexicano, continuó en la reyerta lastimado, recibiendo feroz castigo y aunque intentó responder en algún momento, en esa noche nadie le ganaba a Sal, al demostrar también su capacidad de resistencia y hacerle pagar todas las habladurías al puertorriqueño, que por primera vez vivía el otro lado de la moneda: la derrota.
El desenlace llegó en el round que había advertido el apodado Bazooka que noquearía, pero le tocó en contra, pues en el octavo giro, el mexicano lo llevó a las cuerdas y con una andanada de golpes al rostro lo volvió a mandar al tapiz; con el conteo de protección se puso de pie, pero al estar en malas condiciones, el réferi Carlos Padilla detuvo las acciones, decretando el nocaut técnico y el triunfo del peleador tricolor que ponía en lo más alto al boxeo mexicano, convirtiéndose al mismo tiempo en un ídolo de la afición.
Esa noche, todo México vibró. Al siguiente día, el diario ESTO fue el más buscado por los lectores para leer la crónica que reseñó una defensa heroica del título pluma del Consejo Mundial de Boxeo con sabor a orgullo de parte del gran Sal, de la que se hablará hasta la eternidad.