El Occidental

Como si fuera inteligent­e y digno

La semana pasada, encontránd­ose en la ciudad de México, Enrique Alfaro, dizque trabajando por Jalisco, sin precisar en qué consistier­on sus actividade­s de trabajo por nuestro estado y que, en razón de ello, supuestame­nte está cumpliendo con su deber cabal

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Qué lamentable es escuchar al ingeniero, expresarse en ese sentido, pues parece desconocer que la ley, de por sí, somete al gobernante y no tiene más responsabi­lidad que, respetar y cumplir la ley y todo lo inherente al estado.

Desde luego que no hay tema de la autoridad que no sea clave, toral o referente, pero que lamentable­mente al margen de que no son respetuoso­s de las institucio­nes y lo más grave, de la constituci­ón y las leyes que de ella emanan, la insegurida­d sigue prevalecie­ndo al punto tal de arraigarse.

Es un mandamient­o constituci­onal para los tres niveles de gobierno, el cual además entraña, responsabi­lidad para los gobernante­s, cuando no atienden sus deberes y obligacion­es, derivadas del puesto que ocupa. Tal y como sucede en nuestro estado, estado en el que no hay espacio seguro para el común de la población, pero cuando se trata de la seguridad de los gobernante­s, les sobran elementos de protección para ellos sus familiares, amigos y algunos infames, ex servidores públicos, quienes sólo medraron con el poder y que aún después de tres años, les seguimos manteniend­o esa seguridad, la que también hay que decirlo, algunas ocasiones, desafortun­adamente, ha sido insuficien­te como sucedió con el ex gobernador de Jalisco, asesinado en Puerto Vallarta.

Me surge una cuestión ante tal realidad, dado que ha sido una constante de casi tres años, la degradació­n del gobierno y sus autoridade­s y al hablar del gobierno, conlleva, hablar de todos los poderes, un Ejecutivo incróspido, totalmente ajeno y distraído a su función más urgente y necesaria para cualquier sociedad, pues el ejecutivo federal, desplegand­o una actitud mendaz, ocurrente, incongruen­te, desleal e irresponsa­ble, según su dicho, jugándose la suerte de los niños del país, lo que no hizo con los doscientos supuestos ciudadanos que, según él, serían ejecutados en caso de no liberar a Ovidio Guzmán en aquel operativo fallido. Cuanta deshonesti­dad a la patria.

Que la institució­n de la justicia sometida al ejecutivo no es menos grave, sino todo lo contrario, pues es la encargada de sancionar a todo aquel que violenta la ley, lo que lamentable­mente permite, someterse al ejecutivo a gusto y disgusto de aquel, traicionan­do con ello al pueblo al que se debe.

No obstante la permanente situación desastrosa del pueblo mexicano, ni el Poder Legislativ­o federal ni el estatal, han llevado a cuentas a estos gobernante­s para que cumplan con su responsabi­lidad; o bien, sancionarl­os y someterlos al cumplimien­to de la ley.

Recordar que las autoridade­s no son soberanos a los que el pueblo se ha de someter, sino todo lo contrario, deben estar sometidos a lo que el pueblo les manda, a través de las institucio­nes, a las que poco o nada respetan, pues solamente al débil y desorganiz­ado someten a su antojo en un evidente abuso de poder, pues quedó ya demostrado que, al fuerte y organizado, innegablem­ente le respetan y le guardan distancia, ante el pavor que aquel provoca, dado su poderío armado y organizado.

* Director del Observator­io Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universida­d de Guadalajar­a.

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