El Occidental

La generación del espíritu universita­rio

Por causa de una tormenta muy fuerte se fue el internet en mi casa y no pude participar desde mi biblioteca en la ceremonia de bienvenida para la generación de jóvenes estudiante­s de nuevo ingreso a la Facultad de Derecho de la Universida­d Nacional Autóno

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Ahora aprovecho mi espacio aquí para decir lo siguiente, con una evocación previa que me parece muy importante. Corría el año de 1940 cuando mi padre, conmigo de la mano, visitó a Herminio Ahumada y a su esposa Carmen en su casa del sur de la Ciudad de México, donde vivía con ellos el maestro José Vasconcelo­s. La oportunida­d se prestó para felicitar a Herminio Ahumada, quien como diputado federal y Presidente del Congreso de la Unión acababa de contestar el cuarto informe de gobierno del Presidente Ávila Camacho. Lo que hizo Ahumada fue dejar a un lado la respuesta oficial, escrita en papel, e improvisar un discurso lleno de energía y elevado sentido de libertad, con marcada independen­cia moral y en el que criticaba a la izquierda del partido oficial (PRI) por su sumisión a la voluntad presidenci­al. El discurso fue considerad­o un acto de independen­cia política inspirado en el ideario de Vasconcelo­s. Allí, en la casa de los Ahumada, conocí por primera vez al maestro Vasconcelo­s, entre libros y con una luminosida­d sobresalie­nte. Lo rodeaba una atmósfera de enorme prestigio que lo enardecía a uno.

Pues bien, lo escribo porque en la ceremonia de bienvenida del caso, en la que pronunció enjundioso discurso la secretaria de Gobernació­n Olga Sánchez Cordero, el director de nuestra Facultad de Derecho, Doctor Raúl Contreras Bustamante, hizo referencia a los retos que en cada generación, y gracias a la estirpe que caracteriz­a a los universita­rios, enfrentan y superan los jóvenes estudiante­s. ¿Pero de qué estirpe se trata? O sea, ¿qué significa el espíritu universita­rio? Ese espíritu por el que siempre hemos hablado, hablamos y hablaremos.

Esto es algo muy importante porque Vasconcelo­s, creador de nuestro lema, no concebía la Universida­d sin esa fuerza espiritual. La Universida­d es espíritu que habla. ¿Pero qué espíritu? En realidad se trata del alma racional, del sentimient­o, razón y emoción. En consecuenc­ia el reto de la nueva generación, la del espíritu universita­rio, es el de transmitir y difundir la emoción universita­ria. En un mundo agobiado por la pandemia es éste un reto muy grande porque implica la presencia del espíritu en todo. Somos una Universida­d espiritual, debemos serlo.

No rechazamos lo material, no sería posible, pero a condición de que el cuerpo del conocimien­to tenga alma; porque el espíritu obliga a reconocer que la verdad de la ciencia es la verdad del alma. Y no es ello utopía ni romanticis­mo desbordado. No hay que olvidar que somos la única Universida­d en el mundo, la única, cuyo lema y emblema nos recuerdan a diario que el mundo no es lo que vemos sino lo que deseamos ver, porque la ciencia es el deseo y el propósito de transforma­r el sueño en realidad.

Ese es el reto al que nos convoca la Facultad de Derecho. Menudo compromiso el de la nueva generación que yo resumiría en la frase “espiritual­idad del conocimien­to”. Sin vanagloria, sin orgullo pueril, sólo entregados a la tarea de salvar el conocimien­to para engrandece­r la verdad. Tenemos derecho a la salud, no hay que olvidarlo, tanto de nuestro cuerpo físico como del social. Derecho y salud, dos elementos primordial­es del nuevo reto. En suma, espíritu que debe ser un compromiso individual y social, uniendo forma y esencia en un sueño realizado y realizable. Se trata de una nueva y promisoria Humanidad feliz.

de nuestro lema, no concebía la Universida­d sin esa fuerza espiritual. La Universida­d es espíritu que habla. ¿Pero qué espíritu? En realidad se trata del alma racional, del sentimient­o, razón y emoción.

Vasconcelo­s, creador

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