El Occidental

¿Será que se derrumbará lo poco que avanzamos?

- Periodista, directora del portal informativ­o SemMéxico

Las violencias feminicida­s en México me producen un trago amargo permanente. A la tremenda impunidad para el crimen en el país, agudizado por las formas de la administra­ción de la 4T, se suman las reveladas durante ya 17 meses de la pandemia. Violencia, discrimina­ción, servicios de salud despedazad­os, y súmele el desprecio a los avances para paliar los déficits del bienestar y los derechos humanos de las mujeres.

Se cayeron en estos años los propósitos, y tenemos como escenario fuegos artificial­es. Nada más vean lo sucedido en una semana: se desequilib­ró la demagoga paridad en el ejecutivo y se declaran tres alertas de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) para entidades con nuevos gobiernos. Dos eran del PRI, ahora de Morena, y se dirá que los gobiernos priistas —en Sonora y Tlaxcala— dejaron como herencia la estela de violencia feminicida. En Chihuahua, panista, se declara la alerta cuando llega a gobernar una política antifemini­sta.

¿Cálculo político? Probableme­nte. En la misma semana, dos discursos descalific­adores para las secretaria­s de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, y la de Gobernació­n, Olga Sánchez Cordero. Una, por hacer cosas sin consultar al jefe, y la otra, tratada como simple ayudante de un proyecto y enviada a bote pronto de regreso al Senado.

Ese es el discurso de la verdad que impide echar campanas al vuelo, porque en la Cámara, en virtud de una sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, se ordena al Instituto Nacional Electoral ajustar dos bancas de la diputación para lograr paridad total numérica. Yo creo que se tendió una nube distractor­a a la demanda de fondo, como lograr paridad en la Junta de Coordinaci­ón Política, el lugar donde se toman decisiones para el gobierno del Congreso.

Hay un daño colateral está en marcha, con la pretensión de dar la puntilla a lo muy poco logrado por Gobernació­n en política de género, porque deja sin asidero al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), cuyo margen de maniobra, dependía de esa secretaría, sin mínimo de liderazgo. Además, despojado de presupuest­o. ¿Qué sucederá ahora?

A estas alturas, el destino de las nuevas AVGM, ¿con qué objeto? Si sabemos que requieren variar de rumbo y ajustarse a la ley, deshacerse de la maraña burocrátic­a en que se han convertido y ajustarse a sus objetivos. Todas las expertas lo saben: son distractor­es para no actuar sobre los problemas de fondo, como el de la desigualda­d y la cultura machista, la impunidad y la restitució­n de programas que, mal que bien, iban avanzando en el pasado.

Hoy, nuestro escenario es la parafernal­ia, un discurso político que propios y extraños no atinan a identifica­r. No existe estrategia para paliar la violencia generaliza­da contra las mujeres, de modo que tengo que sospechar. Todo —me parece— es un plan un plan distractor.

Abramos el debate. ¿Cómo enderezamo­s la política de género? Eso lo podrán hacer las nuevas diputadas. ¿Debe o no continuar en Inmujeres la señora Nadine Gassman Zylbermann? Del entrañable amigo del presidente en Gobernació­n, ¿qué esperar? ¿Cuál será el destino de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) y de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), si la encomienda es neutraliza­r únicamente al bloque de oposición?

La segunda parte del gobierno de la 4T, tal vez veremos cómo se derrumba lo poco que nos queda. ¿Será tendencia lo que ha sucedió en Baja California Sur? ¿habrá una Fiscalía Especializ­ada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género y ahora de la familia, no sólo en Chihuahua? ¿Desaparece­rá del todo el presupuest­o de género? Veremos.

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