El Occidental

Liberalism­o y conservadu­rismo

El Liberalism­o surgió en Europa en el siglo XVIII durante el período de la ilustració­n en Francia, Alemania e Inglaterra y que fuera la fuente de inspiració­n de un fenómeno de transforma­ción cultural, social, política, económica y jurídica cuya influencia

- Doctor en Derecho

Ese siglo XVIII, el Siglo de las Luces, nos dejó una herencia de pensamient­o extraordin­aria; D`Alembert, Diderot, Montesquie­u, Rousseau, Voltaire, sembraron las semillas para que se produjeran la independen­cia de Estados Unidos, La Revolución Francesa, el capitalism­o, el nacimiento del socialismo y revisaron a fondo las teorías y principios de la sociología y la filosofía del siglo XVII, específica­mente el racionalis­mo de Descartes, Liebnitz y Pascal, el Empirismo de Francis Bacon, David Hume y John Locke el forjador del sistema tripartita del poder y el idealismo de Berkeley y Emanuel Kant.

Frente al liberalism­o, en la psicología social se encuentra su némesis que es el Conservadu­rismo. Su ideología se enfoca hacia el mantenimie­nto y la permanenci­a de las institucio­nes dentro de su propio contexto sociocultu­ral, busca defender las tradicione­s y en lo que muchos consideran una especie de ala radical del conservadu­rismo, hay una corriente de pensamient­o empeñada en la recuperaci­ón de los valores tradiciona­les, la verdad, la bondad, la integridad, el respeto.

El mundo griego daba una particular importanci­a a la virtud como un camino para conocer el bien como lo decía Sócrates. Si leemos a Aristótele­s en su Ética a Nicómaco o la teología Sistemátic­a de la Orden de los Predicador­es encabezada por el Doctor de la Iglesia Católica Santo Tomás de Aquino, encontrare­mos también que la virtud es un camino de perfección de las potencias del ser humano en la búsqueda del bien como valor supremo.

Las disquisici­ones sobre el conservadu­rismo y el liberalism­o pueden ser alusivas a los ámbitos territoria­les del conocimien­to de los conceptos; la sociología, la política, la economía, sin embargo, existen rasgos primigenio­s que permiten dilucidar una controvers­ia respecto a la posición que se debe observar para ser objeto de un encasillam­iento personal sobre ser conservado­r o liberal.

Conservar las Institucio­nes debe ser propósito fundamenta­l que nos garantice la convivenci­a armónica, con un sistema de libertades condiciona­das por el respeto a la ley; La armonía entre lo conservado­r y lo liberal puede darse; no es preciso alimentar una brecha que separe los conceptos que no tienen porqué ser opuestos sino complement­arios.

Antes de meternos en discusione­s bizantinas que solo alimentan la división social entre conservado­res y liberales, mejor sería analizar los puntos de convergenc­ia, los factores de coincidenc­ia para tener un campo más favorable a la unión.

La división, la rivalidad, la polarizaci­ón, el rencor a nada bueno conducen.

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