Antihispanismo en septiembre
El presidente Andrés Manuel López Obrador llega hoy a su tercera celebración de las fiestas patrias con un septiembre en el que predomina ese patrioterismo trasnochado que a contracorriente intenta repetir épocas superadas; dice que nombrará agregada cultural en España a una aún ignota poeta zapoteca y como embajador al casi ex gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, cuya nominación anuncia, contra toda práctica diplomática, antes de obtener el beneplácito del país receptor.
En una Plaza de la Constitución vacía y marcada por el odio injustificado tras más de cinco siglos después de la conquista, López Obrador, nieto de español, acude al pretendido indigenismo que olvida o ignora la realidad de una nación forjada con la fusión de dos grandes culturas.
El periodista republicano español Luis Suárez tenía una acertada respuesta cuando en ciertas pláticas surgía, a manera de crítica, la evocación de “tus antepasados” en referencia a los conquistadores que con el auxilio de la técnica dominaron al imperio azteca y a los demás pueblos que aquí habitaban. No son mis antepasados, son los tuyos, decía Luis Suárez, y añadía, los míos, mis antepasados se quedaron en España y los tuyos, en cambio conquistaron e hicieron atrocidades tan graves y reprobables como las de otras naciones colonizadoras de otros pueblos y en otros continentes.
La ingeniosa observación del colega Luis Suárez, hecho periodista en México donde echó raíces y formó una de las miles de familias del exilio republicano es, además de la ironía, una verdad histórica. La gesta de Cuauhtémoc, único héroe a la altura del arte como lo llama Ramón López Velarde, es digna de veneración para las generaciones venideras; lo es también la gran empresa de la conquista y la civilización que nos deja la visión universal de un nuevo mundo y aportes como una nueva civilización y un idioma que nos llena de orgullo, y que por cierto, López Obrador apenas habla.
La grandeza de las nuevas naciones formadas en el continente americano se debe a las huellas de culturas prehispánicas cuyo valor está presente entre nosotros, pero también al arrojo y la decisión de una conquista que, como lo señala Pedro Garfias es ahora en ambos sentidos.