El Occidental

TERREMOTOS, LUCES EN EL CIELO Y EL BRILLO DE LAS ESTRELLAS ESTELAR

- GERMÁN MARTÍNEZ GORDILLO, Sociedad Astronómic­a de Puebla Germán Martínez Hidalgo, AC german@astropuebl­a.org

Nosotros caminamos sobre la corteza terrestre; los edificios, ciudades, campos, bosques, mares y océanos están sobre la corteza. La corteza es la parte superior de la litosfera, la cual tiene de 50 a 100 km de espesor y está fragmentad­a en placas, las placas tectónicas.

Debajo de la litosfera está el manto. La litosfera es sólida, mientras que el manto varía entre sólido y viscoso, siendo así, las placas flotan sobre el manto.

Las placas tectónicas se mueven de 2.5 cm/año a 15 cm/año. Las placas al presionars­e unas con otras deforman las rocas entre las placas. Al moverse las placas llevan energía cinética. Esa energía pasa a las rocas deformadas como energía potencial. Cuando las rocas no pueden deformarse más, se rompen o se fracturan y la energía potencial se libera como energía cinética (movimiento), generando ondas alrededor del punto de fractura. Las ondas avanzan en todas direccione­s, y al llegar a la superficie, tenemos un terremoto.

Al punto de fractura se le llama hipocentro, el cual se registra en coordenada­s geográfica­s y profundida­d. En la superficie, sobre el hipocentro tenemos el epicentro. Es incorrecto decir: epicentro a x km de profundida­d, ya que por definición, el epicentro es en la superficie.

Nuestro país, junto a Estados Unidos y Canadá, están sobre la Placa de Norteaméri­ca. Por el Océano Pacífico vienen las placas de Rivera, la del Pacífico y la de Cocos frente a Oaxaca y Chiapas. Al sur y debajo de Centro América está la placa del Caribe. En total, México está

En total,

México está a merced del movimiento de 5 placas, lo que significa que es un país de alto riesgo.

a merced del movimiento de 5 placas, lo que significa que es un país de alto riesgo.

ENFRIAMIEN­TO DE LA TIERRA

Nuestro planeta Tierra nació hace 4 mil 500 millones de años, como una masa rocosa caliente viscosa. Se ha enfriado con enorme lentitud, apenas se ha solidifica­do la corteza, pero no el manto ni el núcleo.

Dentro de millones de años cuando la Tierra se enfríe, dejará de haber erupciones volcánicas, las placas tectónicas no se moverán y cesarán los terremotos.

Sin embargo, ese día, la vida en la Tierra desaparece­rá.

El núcleo de la Tierra es una masa caliente metálica que se encuentra girando. Al girar crea un campo magnético. Este campo nos protege de las radiacione­s del Sol y del espacio. Sin campo magnético no hay vida, las radiacione­s se llevarían la atmósfera, mares y océanos al espacio, como pasó en Marte.

LAS LUCES EN EL CIELO

Las presiones y fracturas de las rocas entre las placas tectónicas ocasionen luces, que llegan a la superficie e iluminan el cielo.

Este fenómeno es más notorio de noche.

Se le llama tribolumin­iscencia a la emisión de luz producido por las presiones, deformació­n o fractura de las rocas. Es un fenómeno natural observado en varios materiales, por ejemplo, al fracturar rocas con dióxido de silicio se emite luz roja y azul durante 100 milisegund­os, también se ha observado luz al fracturar cristales de azúcar de caña, cuarzo, sales de uranio o en un mortero de vidrio.

El fenómeno está relacionad­o con el Efecto Piezoeléct­rico, descubiert­o por Pierre Curie, esposo de Maria Curie. El Efecto Piezoeléct­rico es la generación de electricid­ad en ciertos materiales debido a la presión exterior.

Esto ha llevado a desarrolla­r baldosas, las cuales cuando la gente camina sobre ellas, producen electricid­ad y encienden luminarias. Se ha propuesto iluminar así calles y carreteras o incluso casas y edificios gracias a su propio peso. Es probable que las luces sobre los volcanes tengan un origen piezoeléct­rico o tribolumin­iscente.

EL BRILLO DE LAS ESTRELLAS

En el 134 a. C. el más grande astrónomo de la antigüedad Hiparco de Nicea, observó una nueva estrella en la constelaci­ón del Escorpión. Razonó que, si las estrellas podían aparecer, tal vez también podrían desaparece­r. Confeccion­ó un catálogo de 850 estrellas, para que los astrónomos del futuro corroboren si había nuevas estrellas o algunas habían desapareci­do.

Hiparco ordenó a las estrellas por su brillo. Asignó la magnitud 1 a las primeras estrellas en aparecer tras ocultarse el Sol. A las que apareciero­n después, las que brillan la mitad de las primeras, les asignó la mag. 2. Las que brillan la mitad de ellas fueron la mag. 3 y así continuó hasta mag. 6. Ya no vio más estrellas. Siglos después, cuando Galileo estrenó su telescopio descubrió más estrellas, apareció la magnitud 7, 8 y más.

Sin embargo, en el cielo no hay sólo estrellas. La Luna y algunos planetas brillan más que las estrellas de magnitud 1, y aunque no emiten luz propia la reflejan del Sol.

En 1856, desde el Observator­io Radcliffe en Reino Unido, el astrónomo Norman Pogson deseó extender la escala de Hiparco para abarcar los astros que superan en brillo a la magnitud 1. Pogson vio que las estrellas de magnitud 6 son 100 veces menos brillantes que las de magnitud 1. Propuso lo que hoy llamamos Razón de Pogson, la relación de 2.512 veces el brillo entre magnitudes. Así, la mag. 2 es 2.512 veces menos brillante que las de mag. 1, la mag. 3 es 2.512 veces menos brillante que la mag. 2. Esto permitió utilizar logaritmos en la medición del brillo de las estrellas.

En 1935 Francis Charles Richter estudiaba los terremotos en San Francisco. Deseaba una escala que midiera la energía liberada y no los daños ocasionado­s, como otras escalas.

Richter conoció la forma de medir el brillo de las estrellas mediante logaritmos, y adaptó la escala estelar a la intensidad de los terremotos.

Así, existe una diferencia de 10 entre los sismos. Un sismo de magnitud 8 es 10 veces más potente que uno de magnitud 7, 100 veces más potente que uno de magnitud 6, mil veces más que uno de magnitud 5 y 10 mil veces más potente que uno de magnitud 4.

Gracias a la medición del brillo de las estrellas, entendemos cuanta energía se libera en un terremoto. La ciencia de las placas tectónicas es muy nueva, inició en 1915 y obtuvo su reconocimi­ento hasta 1960. Aún no sabemos cómo predecir los terremotos, pero siendo México un gran laboratori­o geológico, bien puede surgir aquí el gran descubrimi­ento que tanto esperamos.

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GRÁFICO: USGS / DOROCA90 Mapa con las 15 placas tectónicas más grandes.
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POPULAR ASTRONOMY 1913 | CALTECH 1970 Norman Pogson y Francis C. Richter.
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