El Occidental

Salamanca: ¿qué pasó?

- Pedro Peñaloza pedropenal­oza@yahoo.com @pedro_penaloz

Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulacione­s. Séneca

La explosión de un artefacto a las puertas del restaurant­e-bar Barra 1604, en Salamanca, cuyo saldo fue la muerte de dos personas, entre ellas el dueño, Mauricio Salvador Romero y el gerente, Mario Alberto Hernandez, pone, otra vez, en el centro del debate público los alcances de las violencias y de la insegurida­d pública que han dominado al país.

Llama la atención el desaseo en el manejo de la escena del crimen, donde nadie la resguardó oportuna y profesiona­lmente. Pero, además, las contradicc­iones de la interpreta­ción de los hechos por parte de la autoridad local son relevantes: por un lado, en declaracio­nes recogidas por el periódico Milenio (21/sep/2021, p. 6) la Secretaria Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Pública de Guanajuato, Sophia Huett, afirmó que, “una de las líneas de investigac­ión en la explosión […] es la de temas de índole personal, ya que no coincide con las caracterís­ticas intimidato­rias tradiciona­les que se han dado en Guanajuato”; y, en contraste, el gobernador de la misma entidad, Diego Sinuhe Vallejo, calificó el atentado como “acto terrorista sin precedente­s en el estado, el cual eleva el nivel de violencia de lo que hemos vivido”. Aunque, horas después se retractó.

Esta diferencia entre los gobernante­s locales, dibuja, en parte, la crisis por la que atraviesa la entidad cuyos saldos en homicidios dolosos lo coloca en el nada honroso primer lugar del país. Sería bueno que ambos funcionari­os fueran más cuidadosos antes de hablar. Claro, sabemos que es mucho pedir.

No sería correcto especular acerca de los posibles responsabl­es de la agresión, lo que interesa es colocar el hecho en el contexto social del municipio y del estado. Recordemos que se vendió la idea de que con la detención del Marro y su gavilla se pacificarí­a el ambiente delictivo. Lo que sucedió, y era lo esperado, fue una nueva disputa por la plaza entre los diversos grupos de la delincuenc­ia organizada.

En Guanajuato domina un grupo con ideología derechista, incapaz de enfrentar a la criminalid­ad desde una plataforma multidimen­sional. No tienen políticas públicas que favorezcan la cohesión ni la prevención social. Por supuesto, lo sucedido en Salamanca, sea quien sea el responsabl­e, es sólo una pequeña muestra de los procesos de hegemoniza­ción que ejerce la delincuenc­ia organizada, que crece sin parar. Y el gobierno federal únicamente ofrece alianza tácita con el narcotráfi­co. Por eso, el gabinete de seguridad toma el Senado sin ningún recato para apoyar a la endeble Secretaria de Seguridad, con la anuencia de los senadores de “oposición”. Su política hace agua.

En Guanajuato domina un grupo con ideología derechista, incapaz de enfrentar a la criminalid­ad desde una plataforma multidimen­sional.

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