El Draft intentó ser transparente
decidían el destino de los juagdores en el draft.
Quizá algunos no lo puedan creer, pero alguna vez el futbol mexicano trató de ser transparente, cuando menos durante la vigencia del llamado Draft de Futbolistas, dentro de cuyo marco, tristemente, el llamado Pacto de Caballeros se manifestaba en su máximo esplendor.
Algunas transacciones ya estaban prácticamente realizadas, pero era dentro del marco del Draft que se hacían oficiales.
Era la década de los 90, y encerrados en un gran salón, los dueños del balón se enfrascaban en largas negociaciones en busca de los refuerzos más cotizados, de los llamados peces gordos.
Afuera, futbolistas, muchos de ellos acompañados de representantes y promotores, todos en la búsqueda de mantenerse ligados al millonario negocio del futbol.
Era como un desfile que aprovechan los desempleados del futbol o aquellos jugadores que querían cambiar de equipo, y para lograr su cometido recurrían a todo tipo de estrategias. El asunto era hacerse notar, en una práctica que Hugo Sánchez siempre definió como mercado de esclavos, por el trato que se daba a los profesionales por parte de los llamados dueños del balón. Pero a los futbolistas no les importaba. Lo importante era lograr el contrato, agarrar equipo.
En aquel entonces las operaciones se hacían con total transparencia. Se daba a conocer al equipo que vendía, al que compraba, y el monto que se pagaba por el jugador. Nada quedaba oculto.
Después venían los momentos verdaderamente difíciles, con algunas figuras consideradas estrellas del futbol obligadas a aceptar condiciones hasta de sacrificio para quedar ligados a un club, o bien jugadores que habían terminado contrato y que por ley podían fichar libremente con el equipo de su elección.
Se aplicaba entonces el Pacto de Caballeros y si los futbolistas no aceptaban las condiciones, simplemente se les cerraban las puertas en todos los clubes, ya no había más oportunidad de trabajo, y al mismo trato eran sometidos los directores técnicos