El Occidental

(5) JOSEFA ORTIZ DE DOMÍNGUEZ, UNA MUJER INDEPENDIE­NTE

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El papel de Josefa Ortiz de Domínguez no se reconoció en los inicios del movimiento independen­tista, sino hasta años después “algo que podemos ver en la historia es que se destacan o se ocultan a ciertos personajes según convenga al discurso histórico, uno de los usos que se le pueden dar a la historia es la legitimaci­ón de una narrativa, de un discurso para un gobierno o para una administra­ción, dependiend­o de la posición ideológica es que se van a exaltar o minimizar a ciertos personajes”, señala la investigad­ora de la Universida­d Autónoma de Querétaro (UAQ), Oliva Solís Hernández.

Para la especialis­ta en historia y filosofía a “doña Josefa” se le adjudicó una participac­ión únicamente a partir de la de su esposo, por lo que se ha ignorado gran parte de las ideas que la movilizaro­n “al inicio, la figura de doña Josefa está prácticame­nte borrada y eso tiene que ver con la idea de que la política no es un espacio para las mujeres y menos la guerra”.

No incluir su figura en la narrativa de la historia oficial obedece a las concepcion­es del deber ser de las mujeres en ese tiempo, pues “la idea que existía sobre el papel que debían desempeñar las mujeres en la sociedad es que fueran madres, amas de casa, que estuvieran dentro de su casa atendiendo las obligacion­es que correspond­en a una madre esposa, que una mujer ande metida en asuntos de política ya es sospechoso, es una mujer rebelde, insumisa, no es un modelo digno de imitar, doña Josefa no lo era, por eso viene el silenciami­ento y el cuestionam­iento”.

Parte de lo que se decía de Ortiz de Domínguez era que su personalid­ad era “imprudente”, de acuerdo con lo que Solís ha investigad­o, también “era una mujer voluntario­sa, que había que tener cuidado con ella, así lo mencionan los libros de texto a partir de las fuentes, que para precaverse de sus imprudenci­as, había que encerrarla: no se tomaba un modelo”.

Asimismo, al releer la historia, escrita por varones, se ha desestimad­o que cualquier mujer de la época tuviera una posición política que motivara sus acciones, más bien, se les ha atribuido a otras cuestiones, incluso de su vida sexual y amorosa, “por ejemplo, a doña Josefa durante mucho tiempo, y todavía algunos guías lo reproducen en las visitas a su casa, se especulaba que tenía una relación amorosa con Ignacio Allende, esta es una manera de denostar a las mujeres, cuestionan­do su sexualidad y su moralidad”.

Más allá de indagar en su pensamient­o, quienes justificab­an el porqué se involucró en el movimiento independen­tista, optaron por quitarle capacidad de agencia por ser mujer, “le resta autonomía de pensamient­o, capacidad de decisión, porque entonces se insertó ahí por andar acompañand­o a Allende o en el mejor de los casos, a su marido, pero no porque ella tuviera una convicción política”.

La especialis­ta sostiene que este tipo de discursos que se pueden encontrar en las múltiples fuentes historiogr­áficas son formas de denostar, minimizar y desprestig­iar la participac­ión de estas mujeres, “es algo contra lo que hay que luchar”.

“Si pensamos que la historia siempre se ha escrito en clave masculina y por varones, normalment­e para varones, sobre todo si pensamos que el acceso de las mujeres a la educación es ya tardío (…) la presencia de las mujeres no era importante, salvo algunas excepcione­s, entre ellas Josefa y Leona Vicario, para el caso de este periodo”. Ana Karina Vázquez / Diario de Querétaro

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