Dilema CELAC: ¿independencia o comercio?
Cuatro años sin cumbre, México fungió como punto de reunión para los mandatarios suscritos a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), quienes, con cautela y acusaciones entre algunos de ellos, concluyeron firmando la Declaración de la
Luego de
Los puntos vertidos en este documento abarcan principalmente medidas generales de cooperación y asistencia entre la región, con énfasis en la situación sanitaria derivada ante la pandemia provocada por el virus Sars-Cov2. No obstante, la cumbre también correspondió a declaraciones del Presidente de la República sobre la posibilidad de sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA). Finalmente, se aludió a la posibilidad de un acuerdo comercial que, junto con Estados Unidos y Canadá, fortalecería las inversiones y el mercado interior del continente, semejante al del origen de la Unión Europea.
Al respecto, México es una de las naciones más atractivas para invertir, a nivel regional y mundial. En buena parte se debe a factores como la estabilidad política de los últimos años, un tipo de cambio que ha resistido la volatilidad financiera provocada por el Covid-19, así como el manejo de tasas de interés positivas del Banco Central y buenos rendimientos para los capitales extranjeros, pese a la inseguridad. De acuerdo con datos del Banco Mundial, la industria mexicana se ha diversificado de manera importante, al grado que las exportaciones nacionales de alta tecnología tienen avances significativos. El país se coloca paso a paso como un eslabón importante en la cadena de valor global, no sólo de exportación de materias primas y hortalizas. El posicionamiento que brinda la industria, junto a las negociaciones de la cancillería con otros gobiernos y grandes farmacéuticas, designan a México como una de las naciones latinoamericanas en las que recae la responsabilidad de la producción regional masiva de vacunas contra el Sars-Cov2, en alianza con Argentina.
En la actualidad, México funge como el segundo socio económico más importante para Estados Unidos, delante de China y detrás de Canadá. Tan solo en mayo del 2021 se registró un nuevo récord histórico del intercambio comercial entre las dos economías. Sin embargo, mucho se estipula desde hace décadas sobre la necesidad que tiene México por diversificar sus exportaciones e importaciones, pues a lo largo de su historia, la dependencia hacia el mercado estadounidense moldeó la manera en que el gobierno tiene que construir y acotar su política exterior. La precisión por conseguir más lazos comerciales en la región latinoamericana y otras del mundo, es una de las intenciones claramente visibles que el discurso de política exterior manejó en esta cumbre, en la cual también sorprendió la invitación del presidente mexicano hacia su homólogo de China, Deng Xiaoping, quien pronunció un discurso para celebrar la reunión.
La vecindad con Washington es un factor infranqueable a la hora de definir la diplomacia de mexicana para estrechar lazos con otros países. Y aunque en el pasado, la política exterior tuvo brillantes oportunidades de independencia con respecto al coloso del norte, las decisiones tomadas tuvieron repercusiones en la relación bilateral. Para citar un par de ejemplos notables basta con mencionar la votación de México contra la expulsión de Cuba que se realizó dentro de la OEA en 1962, en Punta del Este, o el voto a favor de declarar al sionismo como una forma de racismo en la resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, en 1975, que provocó un boicot turístico por parte de la comunidad judía contra México.
Con la iniciativa mexicana por llamar a la unidad latinoamericana, la propuesta por sustituir a la OEA, la condena al bloqueo a Cuba y la relación con gobiernos como el de Venezuela, se ha discutido en los medios sobre un supuesto desafío mexicano contra intereses de Washington.