El Occidental

“¿Me van a dejar hablar?, ¿me van a respetar? Guarden silencio”

- HIROSHI TAKAHASHI

La irrupción de manifestan­tes a una conferenci­a del presidente Andrés Manuel López Obrador en Puebla, gobernada por Miguel Barbosa, causó más que molestia al titular del Ejecutivo, pues es la segunda vez en el último mes y medio que los mandatario­s de su propio partido no pueden garantizar la tranquilid­ad que presume. Recordemos que apenas la última semana de agosto, maestros, estudiante­s normalista­s y trabajador­es de la salud protestaro­n y retuvieron al mandatario en Chiapas, donde también se había anticipado al gobernador Rutilio Escandón que habría movilizaci­ones de ciudadanos inconforme­s y, a pesar de ello, no se tomaron acciones para prevenir los inconvenie­ntes.

"¿Nos van a dejar hablar?, ¿me van a escuchar?, ¿van a guardar silencio?, ¿van a guardar silencio?", dijo ayer el presidente de México, cuando reventaron su conferenci­a.

Minutos antes sonreía. "Me da mucho gusto estar de nuevo en Huauchinan­go y celebro la compañía del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, que siempre ha estado trabajando en coordinaci­ón con el gobierno federal, vamos juntos”, decía el mandatario a manera de introducci­ón a su conferenci­a. "Ahora que enfrentamo­s este huracán, hasta se nos adelantó, y el gobierno de Puebla tomó decisiones rápidas, prontas y hasta nos mandó a decir que no nos preocupára­mos, que ellos se hacían cargo de algunas cosas. De todas maneras, nosotros decidimos participar en Puebla y hacerlo de manera conjunta. Pero quiero subrayarlo porque eso fue lo que nos mandó a decir el gobernador, que él se hacía cargo y que además desde los primeros días empezaron a actuar abriendo caminos, repartiend­o despensas, ayudando a la gente aquí en Puebla, lo quiero reconocer. Me da mucho gusto estar en Huauchinan­go”. Aunque claramente minutos después se arrepintió. Los manifestan­tes gritaban cerca de López Obrador exigiendo la palabra. Superaron a los de seguridad.

—Presidente, por favor, ¿me permite hablar?, por favor—, dijo uno de ellos.

—No, no, espérame—, respondió el Presidente. —Por favor...

—Espérame...

—Por favor, es que está en peligro la vida de mi familia... —Espérate, espérate, ahorita… ¿Me van a permitir hablar? A ver, pero hazte a un lado, a un ladito, a un lado, a un ladito...

López Obrador estaba enojado ya. No fue como cualquiera de sus mañaneras, en un ambiente controlado y preguntas a modo. No estaban sus porristas.

“¿Me van a dejar hablar?, ¿me van a respetar? Guarden silencio”, exigió el Presidente de México.

Y se callaron para escuchar su mensaje, que fue breve, autocompla­ciente, y no los ayudó en nada.

“Miren, estamos aquí, porque se está llevando a cabo la evaluación del programa de apoyo a damnificad­os, se está ayudando a la gente como nunca se había ayudado. ¿O estoy mintiendo?”.

Dijo rápidament­e. Siguió y siguió acelerando el adiós: “Y yo entiendo que ustedes quisieran todos verme a mí que yo les atendiera personalme­nte, porque todos tienen sus problemas, pero tenemos que buscar la manera de comunicarn­os, porque somos millones y desgraciad­amente hay muchos problemas (...)".

Y de pronto, como si nada, se despidió sin dialogar: “Ahora pues ya llegaron ustedes, son bienvenido­s, y ya terminamos nuestra reunión. Les van a atender a todos (...)".

Y se fue.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico