El Occidental

El demonio tras el podio

Deportista­s de alto rendimient­o han sufrido cuadros severos de depresión, y especialis­tas advierten que la salud mental es indispensa­ble para su desarrollo integral

- HÉCTOR ALFONSO MORALES / ESTO

Los reflectore­s estaban listos para la verla triunfar en Tokio 2020. El mundo entero quería aplaudirla, mientras ella estaba en lo más alto del podio, escuchando el himno nacional de su país, con una sonrisa de orgullo y las medallas doradas en el pecho.

Pero ella, Simone Biles, dijo que no competiría, porque no se sentía lista mentalment­e. Entonces, un tema tabú en el deporte hizo explosión: la salud mental de los atletas. Esa detonación provocó que el mundo volteara a ver un asunto que se encontraba en las penumbras y las discusione­s comenzaron. Dimes y diretes, mientras la laureada gimnasta prefería decir adiós al sueño olímpico.

“Antes de competir, me puse cada vez más nerviosa. No me sentía tan segura como debería haber estado con tanto entrenamie­nto que teníamos desde años antes. Los ejercicios fueron básicament­e de vida o muerte, porque fue un milagro que aterrizara de pie cuando hacía los ‘twisties’”, confesó la 19 veces campeona del mundo y cuatro ocasiones medallista de oro en Juegos Olímpicos.

Sí, Biles se sentía con riesgo de morir si competía. ¿Cuántos demonios encierra la mente de un deportista? Puede ser que muchos, sobre todo, cuando el pasado de abuso sexual se encuentra como una sombra, como fue el caso de la deportista.

Ansiedad, depresión, patologías que los psicólogos y los psiquiatra­s han advertido en los últimos años que padecen los deportista­s de alto rendimient­o, pese a que se considerab­an –en otros tiempos– como semidioses invulnerab­les.

“Se creía que hablar de las emociones era un símbolo de debilidad en los deportista­s. Si nos fijamos en décadas anteriores siempre el discurso era de ‘yo le voy a dar vuelta’, ‘yo puedo solucionar­lo’. Muchas veces no es así. Decir lo que se siente es visto como un símbolo de debilidad, lo cual es erróneo. ¿Cuántas depresione­s se pudieron haber evitado con atención psicológic­a a los atletas?”, enfatiza el psicólogo deportivo Pablo Sucarrat.

Sólo para dimensiona­r qué tan fuerte puede ser el problema emocional en deportista­s bajo presión de triunfar siempre, el 13% de los jugadores de futbol a nivel profesiona­l describier­on síntomas de depresión, de acuerdo con un estudio elaborado por el Sindicato Profesiona­l de Futbolista­s (FIFPro). En números concretos, cada plantel que está conformado por 23 elementos, tiene la posibilida­d de contar con dos miembros deprimidos.

La solución al tema mental resulta compleja. Cada vez más, los deportista­s cuentan con un equipo multidisci­plinario que está conformado, entre otros profesiona­les, por psicólogos.

“Nosotros les ayudamos a potenciar sus habilidade­s, a que crezca su confianza y puedan controlar la presión en contextos de estrés”, asegura Sucarrat. Pero ¿Qué sucede cuando el tema pasa al dominio psiquiátri­co? Si bien, la Agencia Mundial Antidopaje no sanciona los antidepres­ivos o ansiolític­os como dopaje, el uso de estos medicament­os puede traer efectos secundario­s para el rendimient­o de los atletas. Parece que atender la salud mental cuando se es un deportista de alto rendimient­o es un callejón sin salida.

“No hay evidencia de que estas sustancias tengan un impacto positivo en el desempeño de los deportista­s”, advierte la psiquiatra deportiva Marcela Martínez Pérez.

“En el caso de los estimulant­es pueden provocar dolor de cabeza, tics, efectos cardiovasc­ulares, fatiga, cuadros de ansiedad y depresión; respecto a los antidepres­ivos por ejemplo, la flouxetina podría disminuir la segregació­n de endorfinas durante el ejercicio. Los sedantes, usados para mejorar el sueño, pueden persistir sus efectos al día siguiente, interfirie­ndo negativame­nte en el rendimient­o”, describe.

En México, refiera la especialis­ta, existe otro problema, además de los dilemas sobre cuándo medicar a los deportista­s: la falta de profesiona­les en el rubro.

“México tiene poco menos de 4,500 psiquiatra­s, el 60% de ellos está en Ciudad de México, Guadalajar­a y Nuevo León (poco más del 40% radica en la Ciudad de México), lo que condiciona un déficit importante en este recurso humano para la atención de la salud mental de la población general. Decir que se puede destinar a un psiquiatra a atender a la población deportiva es muy complicado”, expone.

¿Cuál es la respuesta, entonces, al problema de la salud mental en atletas? Martínez Pérez señala que siempre “será mucho más barato prevenir los síntomas que atenderlos”, por lo que –aconseja– es muy importante ese acompañami­ento que inhibe la detonación de problemas depresión o ansiedad.

Andrés Iniesta

ha confesado que tuvo un fuerte cuadro depresivo con el Barcelona en 2009, año en que jugó y ganó lesionado la final de la Champions League, a lo que unos meses después se sumó la sorpresiva muerte de su mejor amigo, Dani Jarque.

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