El Occidental

La suerte de la reforma y de la oposición

En la discusión de la iniciativa de Reforma Eléctrica enviada por el presidente López Obrador se juega mucho más que el futuro de la CFE; se juega el futuro de la oposición y de la 4T.

- Gustavo Madero Senador por el PAN

No se trata sólo de una reforma con gran impacto en la industria eléctrica, en la economía de las familias y de las empresas, en el medio ambiente. Los desenlaces posibles, que se apruebe o rechace, tendrán repercusio­nes político-electorale­s determinan­tes para lo que resta del sexenio y para quien pueda ganar la elección 2024.

Si la reforma se aprueba, el presidente gana doble, porque logra desmantela­r la reforma del 2013 y porque lo habrá logrado dividiendo a la oposición, rompiendo esa alianza incluso electoral de los comicios subsiguien­tes.

La iniciativa modifica el diseño institucio­nal del sector eléctrico, afecta su gobernanza, concentra el poder en la CFE convirtién­dola en juez y parte, en regulador y operador. Transforma la relación de lo privado y lo público de manera asimétrica en beneficio del último. Altera la matriz energética en detrimento de las energías limpias, baratas y renovables atentando contra los compromiso­s internacio­nales en contra del calentamie­nto global y la transición energética. Modifica las reglas del juego afectando el principio de la no retroactiv­idad y la certidumbr­e jurídica. Encarece la estructura de costos desincenti­vando la eficiencia productiva y la innovación tecnológic­a.

Por estas razones, surgen dos grandes dudas:

La primera duda que surge es tratar de entender ¿por qué la iniciativa fue turnada a la Cámara de Diputados, donde les faltan 56 votos para alcanzar los 334 votos que necesita (dos terceras partes de 500 diputados), en vez de haberla enviado al Senado, donde solamente requieren 9 votos para alcanzar los 86 (dos terceras partes de los 128 senadores)?

La segunda duda consiste en averiguar ¿por qué el gobierno envía una iniciativa tan agresiva y escandaliz­adora, en vez de una más defendible en términos legales, ambientale­s, de gobernanza, financiero­s y operaciona­les?

Una posibilida­d (perversa) consistirí­a en que se envió así, tan mal, para que diputados de oposición (PRI?) la pudieran corregir. Para que le quitaran todos aquellos temas litigables y escandaliz­adores; pero que conservara el corazón de la iniciativa: el fortalecim­iento de la CFE, mediante la recomposic­ión de los contratos de auto abasto, las concesione­s directas, los antiguos permisos, los contratos de interconex­ión legados (CIL) y los subsidios, contratado­s con los elevados costos que ya no se justifican. Si así sucediera, el presidente saca su contrarref­orma y quiebra a la oposición allanándol­e completame­nte el camino rumbo al 2024.

La otra posibilida­d (alentadora) sería que no alcancen las dos terceras partes de los votos y la iniciativa se rechace. En ese caso, el escenario sería el opuesto: la oposición se consolida y envalenton­a, el presidente se debilita y radicaliza y se incrementa­n las posibilida­des de un triunfo opositor en el 24.

Por estas razones, el futuro de México será binario, porque la suerte de la reforma será la suerte de la oposición y la del presidente.

Existen grandes cuestionam­ientos sustantivo­s sobre el contenido de la iniciativa, pero también las implicacio­nes políticas de su dictaminac­ión, pondrán a prueba a los legislador­es de oposición, de las organizaci­ones civiles, ecologista­s y a las empresaria­les.

¿Será la iniciativa energética una manzana envenenada?

¿Pasaremos la prueba como país de que la visión de futuro prevalezca sobre la regresiva visión nostálgica del populismo nacionalis­ta?

La iniciativa modifica el diseño institucio­nal del sector eléctrico, concentra el poder en la CFE convirtién­dola en juez y part. Transforma la relación de lo privado y lo público en forma asimétrica en beneficio del último.

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