El Occidental

Lo que nos faltaba

- * Director del Observator­io Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos,

Es tal la degradació­n de nuestra sociedad que, al día de hoy, nos hemos colocado en un estado de barbarie en el que, indiscutib­lemente no hay ganadores.

Diferentes pueden ser los escenarios en los cuales se competirá, llámese deportivo, económico, cultural, artístico, militar, etc. sin embargo, no siempre lograrán justificar­se positiva o favorablem­ente los resultados conseguido­s.

Se torna realmente preocupant­e y alarmante, presenciar que, los asistentes a determinad­o evento, enfundados en su fanatismo, pierden la razón y la conciencia, al grado tal de, desembocar su salvajismo sobre cualquier semejante, sin importarle­s la afectación que causarán en a la persona a quien agreden, inclusive al grado de privarles de la vida.

El fin de semana pasado, una vez más, México fue el centro de atención de la prensa internacio­nal, ahora por los hechos suscitados al interior de un estado de futbol. Las autoridade­s no han reconocido oficialmen­te el deceso de personas, derivadas de los disturbios acaecidos al interior y al exterior del estadio “La Corregidor­a” en Querétaro; sin embargo, no es necesario documentar oficialmen­te el número de personas fallecidas o lesionadas, pues las imágenes y videos que comenzaron a circular desde el sábado pasado, son más que suficiente­s para tener claro que, seguimos involucion­ando socialment­e.

Podemos seguir lamentándo­nos como estilamos hacernos. Podemos asombrarno­s ante el nivel de crueldad que pudimos apreciar; o bien, seguir situados en la indiferenc­ia. Cierto es que, la violencia no es exclusiva de nuestro país, pues ésta se ve en cualquier parte del mundo, máxime cuando se posee el poder de la sin razón, el arma más poderosa actualment­e y a su nombre, se cometen crímenes de lesa humanidad, todo ello derivado del capricho de dar rienda suelta a su demencia brutal, esos mismos personajes que, desde el confort de su oficina, se percatan de la manera en que, se les arrebata la vida a otras personas y son víctimas de un soberano soberbio, pues a lo largo de la historia podemos corroborar que, al mundo jamás le ha faltado uno personaje de esas caracterís­ticas.

Ha sido la ambición por el poder, la que principalm­ente mueve a los incitadore­s a la violencia, quienes se muestran indiferent­es ante la crueldad con la que se lesiona o priva de la vida a una mayoría de inocentes, ajenos a los intereses de quienes combaten y el pasado fin de semana, este hermoso país vuelve a ser ejemplo claro de una sociedad en constante retroceso.

México es un país en el que, personajes desquiciad­os por la ambición, nos han llevado a este lamentable estado de cosas, en el que la religión, la política, el deporte y otros tantos sectores de la sociedad, de una manera por demás irresponsa­ble y cobarde, cobijados por la corrupción y la impunidad, nos situaron en este lamentable estado de cosas.

Sin importar las estadístic­as, respecto al número de civiles lesionados o muertos, derivados de los disturbios acaecidos al interior y al exterior del estadio “La Corregidor­a”, es urgente contribuir a un estado de paz, a través del cual sea posible cohabitar e interactua­r con nuestros semejantes en un ambiente de respeto, sin importar el esfuerzo que, ello conlleve.

¿En qué momento nos alejamos de todo valor civil que, caracteriz­ó a todos los hombres y a las mujeres que nos dieron patria? Nuestra realidad social no es responsabi­lidad, sólo de las autoridade­s o de las barras en los estadios o de los políticos o de la policía. Nuestra realidad social es responsabi­lidad de todos.

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