Una doble carga para las mujeres
Entre cocinar, limpiar, cuidar de las niñas, los niños y las personas mayores, las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres. No importa el sitio en que trabajen ni a lo que se dediquen. En todo e
En México 45 de cada 100 mujeres son económicamente activas contra 78 de cada 100 hombres que lo son, lo cual indica que la tasa de participación laboral de los hombres es 1.7 veces más grande que la de las mujeres, La desigualdad vivida en el ámbito doméstico, da como consecuente la doble jornada laboral, la cual dificulta las prácticas relacionadas al cuidado propio que puede mermar el desarrollo personal y laboral de las mujeres, dicha desigualdad desemboca en el trabajo no remunerado, un rol impuesto a las mujeres como agente principal del cuidado de las demás personas, el cuál es vital para el funcionamiento de la sociedad y de la economía, pero ¿Qué es el cuidado?, son aquellas actividades que son un trabajo y que aparte implican un costo ya sea en tiempo, dinero por gastos y por lo que se deja de hacer, como dice Silvia Federici “Eso que llaman amor es trabajo no pagado”, por ello en el marco del día internacional de las trabajadoras del hogar les invito a la reflexión; es momento de visibilizar el trabajo que ha sido irrelevante y minimizado, replantear las prioridades y las tareas del hogar, repartiéndolas equitativamente.
La discriminación por motivos de género provoca que las mujeres se concentren de forma injusta en empleos informales, por ejemplo, como vendedoras ambulantes, o trabajadoras domésticas que por lo general este tipo de empleos no les garantizan un trato digno o seguridad social, algunas de ellas enfrentan además violencia por razón de género, hostigamiento laboral o sexual, sin tener la posibilidad de renunciar a este espacio, a lo que da por consecuencia el ausentismo laboral. El trabajo de cuidados por sí solo es realizado por 41.6 % de la fuerza laboral femenina no activa a nivel mundial, por lo cual, constituye uno de los principales obstáculos para el involucramiento de las mujeres al mercado laboral. En este caso, países que cuentan con mayor gasto público en políticas de cuidado como prestación de servicios infantiles, infraestructura para el cuidado, licencias de maternidad y discapacidad, entre otras, han logrado una mayor conciliación entre el empleo remunerado y el de cuidados.
Poco a poco la economía necesita reactivarse y los hogares requieren ingresos para satisfacer el consumo de la canasta básica, sin embargo, la precarización laboral puede agudizar la brecha salarial preexistente a la pandemia, la falta de empleos y la necesidad de seguir en casa va a generar que la recuperación laboral de mujeres sea más lenta.
En ese sentido será importante que las políticas públicas encaminadas a la recuperación económica incluyan un enfoque de género para evitar retrocesos.