Hace 30 años yo volví a nacer
Recordó ese trágico día junto a su rescatista Pablo Carrera Guillén, quien le salvó la vida
Tenía 19 años, le tocó la guardia en un despacho de abogados y por eso acudió a trabajar en miércoles de pascua, nunca llegó. Su camión salió disparado por lo aires a las 10:05 horas del 22 de abril de 1992 y luego cayó al fondo de un gran pozo… 212 personas no volvieron a ver la luz, a millones les cambió la vida, Sonia Solórzano “volvió a nacer” y vive para buscar justicia.
¿Cómo fue aquella mañana?
Viajaba en un camión de la entonces ruta 333 que iba de San Pedro Tlaquepaque al Centro de Guadalajara. Me subí en el camión en la colonia Atlas, ahí vivía con mis padres, yo tenía 19 años y trabajaba en un bufete de abogados que tenían su despacho en la avenida Federalismo, a dos cuadras de la avenida La Paz. Era semana de Pascua, yo tenía dos o tres años trabajando así y me tocó la guardia, ese día iba un poco más tarde, calculando mis tiempos, para a las 10:30, abrir de la oficina”.
¿Escuchó alguna explosión?
No, nunca, lo que sentí fue un fuerte golpe debajo del camión, yo iba de pie y el fuerte golpe lo sentí en la lámina, debajo de mis pies. Entonces lo que hice fue apretar mis puños, sujetarme bien de un tubo y entonces perdí la noción. Se quedó aquello oscuro.
¿Qué pasó después de que usted recobró el conocimiento?
No sé cuánto estuve sin sentido. Yo iba en la parte de atrás, pero cuando desperté la unidad estaba dentro de un hoyanco, con las llantas del lado izquierdo y yo detrás del asiento del chofer, con la puerta de salida arriba de mi. Un movimiento en falso y si el camión se hacía a su lado derecho, se iba al fondo del hoyo generado por la explosión. El camión seguía derramando líquido y la gente decía que iba a volver a tronar.
¿Qué vio primero?
Fui recuperando los sentidos y mi vista era confusa, pero sí alcancé a escuchar los gritos de “está viva”, “está viva”, “se está moviendo”. Empecé a sentir piquetes en la espalda y eran las personas que trataban de rescatarnos por fuera, porque nadie se quería subir al camión, quienes con palos o tubos querían saber si la persona estaba viva o muerta; me explicaron que si era persona muerta la jalaban como fuera, de un brazo, de una pierna e incluso de los cabellos. Si estaba viva, entonces nos invitaban a mantenernos en calma y esperar la pronta ayuda. Lo primero que me vino a la mente fue: chocamos.
¿Cómo fue la espera del rescate?
Duramos dentro del camión como una hora. Éramos unas seis personas Había charcos de sangre, tierra y nos caían grandes rocas, que golpeaban nuestros cuerpos malheridos. Gritaban: ahí viene otra vez, y nos dimos cuenta que era un camión de gas, con el mismo problema, pero se incendió y se suscitaron algunas explosiones. La gente, para ponerse a salvo, se ausentó y nos quedamos solos.
¿Cuándo se dio el encuentro con el rescatista que le salvó la vida?
Cuando regresó la gente, el camión comenzó a moverse y entonces apareció un rescatista de la Cruz Roja, acompañado por 8 chavos, que se metieron al camión para sacarnos. Ahí se dio el primer encuentro con don Pablo. Fui la última que rescató, a todos nos sacaron por la ventana y antes de eso, con cartones me entablilló y me dijo “no voltees a ver”, pero por inercia hice lo contrario: La sangre sobre la que estaba sentada era la mía, mi pierna derecha estaba doblada, a la altura del tobillo salían 15 centímetros de mi hueso, y mi brazo izquierdo estaba luxado. En todo momento me pedía perdón y me advertía: Te va a doler, pero es por tu bien. ¿Por qué decidió buscarlo y cómo se dio el reencuentro?
Nos pusieron en el piso, la ambulancia llegó media hora después y el paramédico avisó: Son los más graves y procuró que no se fueran como en otras ambulancias, encima unos de otros. Solo permitió que nos fuéramos cuatro. Fue la última vez que lo vi. Desde ahí quedé agradecida; lo encontré 25 años después, fue difícil porque en la única foto estaba de espaldas, pero al vernos llegó con un ramo de flores y nos abrazamos. ¿Tuvo temor por su vida?
Sí, me llevaron a la Cruz Verde de Medrano y luego a la clínica 14 del IMSS, donde solo me enyesaron la pierna. Recuerdo bien al hombre que me llevó hasta ahí, me pidió disculpas varias veces y luego supe porqué, era un voluntario que ofreció su carroza fúnebre para trasladarnos, entonces pensé que no saldría con vida. Ese 22 de abril por la noche, cuando me enteré de lo sucedido: Desapareció el sector Reforma, “fue una gran explosión”, dijeron, yo comencé a llorar, mis padres vivían por la colonia Atlas y llegué a pensar que no habían sobrevivido. Una enfermera me consiguió un teléfono, marqué al teléfono de mi trabajo y ellos avisaron a mis papás. Antes de encontrarme mi papá, las personas llegaban buscando a sus familiares y me descubrían el rostro.
¿Recibiste una buena atención médica y otros apoyos?
No, incluso por ser joven no tuve acceso a lo que sí tuvieron los adultos mayores, mis padres y mis jefes de entonces terminaron pagando un hospital privado con mucho esfuerzo. Dos traumatólogos de las Chivas me atendieron, un jugador me regaló la primera prótesis de rodilla y ellos me salvaron la vida. Fueron 3 cirugías, con riesgo de amputación de mi pierna, lo que no ocurrió.
¿Ser joven fue desventaja?
Sí, apenas recibí 10 mil pesos iniciales para atención médica y luego 30 mil, pero me negaron el acceso a las viviendas y becas para estudiar.Gabriel Covarrubias, extesorero del patronato de Reconstrucción, la cuestionó: “A lo mejor te aventaste a un camión y se te hizo fácil venir por dinero”.
¿Le cambió la vida?
Sí me cambió la vida y creo que a todos en esta ciudad. Yo estudiaba, tenía novio y daba por hecha mi vida; al verme en una cama,pensé que todo se acabó para Sonia. Fue un antes y después, atrás quedó la Sonia tímida y callada y surgió la que ha alzado la voz entre los jóvenes afectados por las explosiones y hoy como representante de los adultos mayores que están en cama o enfermos.
Gobiernos van y vienen, ¿promesas también?
Han pasado seis gobiernos, tres panistas, dos priistas y uno de promesas falsas, muchas letras en documentos; a los del Partido Acción Nacional reconozco que se tocaron el corazón y crearon el fideicomiso. Jorge Aristóteles Sandoval Díaz le metió dinero, aunque solamente favoreció a unos cuantos, pero el peor gobierno es el actual, es el que más nos ha discriminado, que más promesas nos hizo, pero que no ha cumplido" concluyó la entrevistada.
“Sí me cambió la vida y creo que a todos en esta ciudad”