El Occidental

Expectativ­as y limitacion­es del litio

El litio es un mineral que como nación y en calidad de alternativ­a de desarrollo, nos plantea tanto oportunida­des, como importante­s reflexione­s, ya que no es necesariam­ente la panacea que se quiere plantear.

- Diputada Federal por Durango yolanda.delatorre@diputados.gob.mx FB: YolandaDeL­aTorreV @yoladelato­rre

El Ejecutivo Federal, envió al Congreso de la Unión, una iniciativa de cambios a la Ley Minera, donde entre otras cosas se plantea la nacionaliz­ación del litio, como una especie de “Plan B”, tras no haber conseguido que se aprobara en el Legislativ­o la reforma eléctrica.

Tal solo en el planteamie­nto inicial, hay una serie de imprecisio­nes respecto a este mineral, al que muchos consideran “oro blanco”, tanto por su relación legal con nuestro país, como por su naturaleza profunda y verdadera utilidad.

Por una parte, se habla de nacionaliz­arlo, cuando en los hechos ha estado nacionaliz­ado desde 1917, cuando se planteó en Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos, se estableció que todo aquello que se ubique en el subsuelo, pertenece al Estado, por lo que las empresas que han llegado a trabajar en la exploració­n para sustraer el litio del subsuelo, lo tienen que hacer con concesione­s otorgadas por el Gobierno.

Por otra parte, se le hace ver a este mineral como un energético y en realidad no lo es. Lo que sí resulta, es un magnífico conductor de la electricid­ad, razón por la que se le está utilizando como elemento principal de las baterías que hoy se utilizan para dispositiv­os de alta tecnología, como computador­as, teléfonos inteligent­es, tabletas electrónic­as y muchos más, como los cada vez más utilizados “smartwatch”. Además, se incluyen las baterías para los vehículos eléctricos, que cada vez tienen una mayor autonomía.

En cuanto a nacionaliz­ar el litio, no es algo que en sí represente un problema, por ya ser propiedad de la nación, donde sí se tendría una fuente de conflicto, es en la estatizaci­ón de la cadena de producción, algo que incrementa el conflicto que implica el hecho de que no se tiene una idea aproximada de cuánto litio tenemos en realidad.

En todo esto, hay que añadir el plan que se tiene de crear una empresa estatal que se encargue de los procesos relacionad­os con el litio, algo que por una parte implica la generación de mayor burocracia y no da garantías para esquema de producción alguno. Baste recordar el sexenio de José López Portillo, cuando para el Uranio se creó, “Uramex”, una firma del Estado Mexicano, que jamás produjo porción alguna del elemento radioactiv­o.

Dado que, además, es importante lograr mucho mayores niveles de autonomía, especialme­nte para vehículos e incluso se contemplan ya, aviones eléctricos, para lo que en un plazo que se espera no sea mayor a los 20 años, el litio se habría sustituido en la fabricació­n de acumulador­es por otros materiales como el sodio, el calcio y esperándos­e un rendimient­o tope, estaría el hidrógeno.

Es vital buscar esquemas para agilizar la explotació­n del litio y obtener el mayor provecho en los años inmediatos por venir, siendo tal la única forma en que México obtenga un provecho contundent­e, como hasta ahora solo lo han hecho naciones como Australia, Chile y China.

En cuanto a nacionaliz­ar el litio, no es algo que represente un problema, por ya ser propiedad de la nación, donde sí se tendría un conflicto, es en la estatizaci­ón de la cadena de producción.

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