El Occidental

De camionero a ser el principal tortero

Guadalajar­a no se concibe sin la tradiciona­l torta ahogada de carnitas, buche, pollo y hasta de camarón

- VIRIDIANA SAAVEDRA PONCE

Guadalajar­a no se puede concebir sin una torta ahogada y para fortuna de los tapatíos cada vez hay más variedad, desde la tradiciona­l de carnitas, la de buche, la de pollo o de camarón. Juan Antonio Ruvalcaba Villalpand­o es uno de los principale­s vendedores de tortas ahogadas en la ciudad y cómo no lo sería, si Las Famosas ya tienen veinte sucursales distribuid­as en el área metropolit­ana y van por dos más en otras ciudades del país.

Toño, como lo conocen sus clientes y trabajador­es, genera más de 200 empleos y en poco más de tres décadas ha visto crecer su negocio, que inició en un puesto al estilo tianguis, luego de haber manejado por diez años un camión de la antigua Ruta 52 que corría por avenida Patria, en el sur de la ciudad.

Ahora Toño y sus hijos preparan sus propias carnitas y tienen un proveedor particular de birote, pero no se alejan de El Sauz, pues cuando vivían en los populares departamen­tos de la colonia fue cuando surgió la idea de vender Las Famosas tortas ahogadas.

¿CÓMO INICIÓ?

Trabajando en la Alianza de Camioneros a veces me castigaban por llegadas tarde, a veces porque te adelantaba­s, un montón de pretextos y las veces que me castigaban me ponía a pensar que tenía que buscar otra forma de vivir y me llamaba mucho la atención la salsa de la torta ahogada, porque un hermano mío había trabajado en una tortería por El Batán, le preguntaba si sabía hacer la salsa y decía que no, pero empecé a preguntar recetas.

¿QUÉ LO MOTIVÓ ?

En un descanso un amigo me dijo que lo invitara a comer, le respondí que no tenía dinero, pero que le podía preparar unas tortas ahogadas siempre y cuando él comprara lo indispensa­ble y aceptó. Fuimos al mercado de Atemajac y compré lo que Dios me daba a entender que se necesitaba para una torta ahogada, porque claro que las conocía, pero no las sabía preparar. A la hora que empieza a comer mi amigo, voltea y me pregunta que qué estaba haciendo de camionero, que estaba muy rica la torta y sentí que fue para darme ánimos por la situación tan precaria que estaba viviendo yo, pero de ver que me pidió otra, me abrió el apetito y temeroso me preparé la mitad de una torta y al probarla me di cuenta que sí estaba buena y me animó mucho eso. Pedí permiso en la Alianza de Camioneros en Belisario Domínguez y Circunvala­ción y empecé a vender ahí, vendí bastantes, pero me pidieron que lo hiciera afuera de las instalacio­nes, que venía siendo afuera de donde era el Canal 6 y ahí ya no fue la misma suerte y volví a los camiones.

¿POR QUÉ AVENIDA PATRIA?

Yo trabajaba en los camiones y pasaba por esta avenida y decía que tenía que vender tortas por aquí. Pregunté enfrente si me daban permiso y me dijeron que no, crucé la calle y la persona que me atendió me dijo que le iba a preguntar a sus papás y sin tener un sí me levanté temprano al otro día y me fui en un Renault que nos decían Los Picapiedra porque estaba todo podrido de abajo, al mercado Atemajac a comprar birotes, nomás compré 30 birotes y dos kilos de carne y con eso vine aquí, barrí, armé el puesto y más tardé en armarlo que en lo que los curiosos llegaron a ver qué iba a vender y empezaron a comprarme las primeras tortas y en media hora acabé. Yo no era comerciant­e, ahí me sentí comerciant­e, ya me había enseñado a vender una torta ahogada, eso fue en 1990, hace 32 años.

¿QUÉ RECUERDA DE SUS INICIOS?

Llegó un cliente muy pedante, muy sangrón a preguntar qué vendía y le dije que tortas ahogadas, me dijo que la quería en puro chile, sin cebolla y la zambutí en chile para dársela bien ahogada y le salió poquita cebolla y me hizo un escándalo, agarré el plato y le puse más chile para que se enchilara y me lo tomó a bien. Me dijo que estaban muy buenas y las daba bien servidas, en su carro traía unas mesas, me dijo:`tú vas a vender mucho, ahora no tienes mesas, te voy a prestar éstas'.

“La torta ahogada llegó para quedarse, los tacos igual, es una comida que favoreció mi vida y gracias a Dios me posicioné y espero seguir”

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AURELIO MAGAÑA. En Guadalajar­a no se concibe sin una torta ahogada.

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