El Occidental

MADRES CON ESPERANZA

Un día difícil de celebrar al saber que en casa falta un pedazo de tu vida; las buscadoras luchan sin descanso hasta encontrar a sus desapareci­dos

- ELIZABETH RÍOS

Con mucho dolor, cientos, si no es que miles, de madres en Jalisco pasarán un 10 de mayo sin nada que celebrar ante la incertidum­bre que las abruma por la ausencia de sus hijos. "Yo busco a mi hijo, él desapareci­ó el 5 de mayo de 2013 y no he sabido nada desde el bautizo de su niña. Fuimos a misa, cumplimos la ceremonia y salimos; nos fuimos a la terraza de Santa Anita, en Camino Real a Colima. De ahí mi hijo salió con el patrón y ninguno de los dos regresó; iban en una camioneta negra y nadie los ha visto", platicó María Isabel Alvarado Toscano.

Ante el 'monstruo' que significan las institucio­nes para cualquiera, sobre todo en quienes por el dolor y la pena no saben qué tienen que hacer para buscar a sus desapareci­dos, madres se enfrentan a los nulos avances en las carpetas de investigac­ión. Y es que, aunque a unas más que otras se les mantiene informadas, el común denominado­r de todas ellas es que prácticame­nte se sienten desamparad­as y sin que nadie pueda ayudarlas.

De acuerdo al Registro Nacional de Personas Desapareci­das de la Comisión Nacional de Búsqueda, Jalisco, en el pasado mes de marzo, había alcanzado las 16 mil desaparici­ones, posicionan­do a la entidad como el lugar con más ausencias registrada­s a nivel nacional. Más allá de cifras, en la colectivid­ad se han llegado a generaliza­r o normalizar las historias.

Yo busco a mi hijo, él desapareci­ó el 5 de mayo del 2013 y no he sabido nada de él. Desapareci­ó del bautizo de su niña. Fuimos a misa, bautizamos a su niña, y salimos, nos fuimos a la terraza de Santa Anita, camino viejo a Colima. De ahí mi hijo salió con el patrón y ya no regresaron ninguno de los dos, iban en una camioneta negra y nadie los ha visto”, platicó María Isabel Alvarado Toscano.

De 23 años cuando desapareci­ó, Héctor Hugo Camaño Alvarado tiene en casa a una nena de 9 años que todavía lo espera. Su madre, María Isabel, relata lo difícil que ha sido para ella y toda su familia todo esto que jamás imaginaron vivir, lo cual se vuelve más doloroso para estas fechas no solo porque no hay nada que celebrar como madre, sino porque el próximo 18 de mayo su hijo está por cumplir 32 años.

“Encuentran fosas, encuentran cuerpos, y nos arrimamos al Semefo para ver si hay alguno que sea identifica­do, que tenga los lunares, el tatuaje o la cara a ver si es mi hijo, pero hasta la fecha nada. Es un luto permanente. No sé si está muerto, pero es como si estuviera, porque estás esperando, con la incertidum­bre de cuándo lo voy a encontrar. Es un dolor que no se le desea a nadie”, dijo.

Ante el 'monstruo' que significan las institucio­nes para cualquiera, sobre todo en quienes por el dolor y la pena no saben qué tienen hacer para buscar a sus desapareci­dos, madres se enfrentan con pesar a los nulos avances en las carpetas de investigac­ión, y es que, aunque a unas más que otras se les mantiene informada, el común denominado­r de todas ellas es que prácticame­nte se sienten desamparad­as.

INCERTIDUM­BRE

Con mucho dolor, cientos, si no es que miles, de madres en Jalisco pasarán un 10 de mayo sin nada que celebrar ante la pena y la incertidum­bre que las abruma por la desaparici­ón de sus hijos.

Algunas con meses de no saber nada y otras con años de ir y venir de aquí y allá para encontrar el más mínimo vestigio que pueda dar con el paradero de sus seres queridos, este próximo Día de la Madre el reclamo al estado se vuelve todavía más grande no solo para que autoridade­s hagan lo concernien­te con los trabajos de búsqueda, sino para que ni una madre más vuelva a experiment­ar el infierno por el que pasan a diario.

De acuerdo al Registro Nacional de Personas Desapareci­das y no Localizada­s de la Comisión Nacional de Búsqueda, Jalisco, en marzo pasado, había alcanzado prácticame­nte las 16 mil desaparici­ones, posicionan­do a la entidad como el lugar con más ausencias a nivel nacional.

Sin embargo, más allá de cifras que en la colectivid­ad se han llegado a generaliza­r o normalizar, todos y cada uno de esos números representa a una persona cuyo esposo, hija, hermano o una madre esperan todavía su llegada.

PEREGRINAR EN INSTITUCIO­NES

“Recuerdo que primero fue la llamada al Ministerio Público, buscar en Locatel, en hospitales, en las comisarías, en todas partes. Fui a Fiscalía, de ahí al Semefo para el estudio de ADN, y en ese proceso vi a un grupo que se juntaban, FUNDEJ. Iba empezando y no sabía qué hacer, y de venir cada semana a búsqueda y en ese transcurso una compañera de FUNDEJ estaba esperando que nos atendieran en búsqueda y pedí orientació­n”, refirió Bertha Aguilar Martínez.

La pena que le embarga es doble pues el mismo 19 de enero del 2021, pero en diferentes hechos, su esposo Hugo Gómez Hernández (45 años) y su hijo Jaime Gómez Aguilar (19 años) desapareci­eron en Tesistán. Mientras el primero salió temprano a trabajar como siempre, como chofer del transporte público, el segundo salió por la tarde para visitar a su novia con la cual no llegó. “Fueron las del colectivo las que me dijeron qué tenía que hacer”.

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FOTOS: AURELIO MAGAÑA Un acto de valentía es ingresar al Instituto de Ciencias Forenses a reconocer los cuerpos.
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Los rostros de los desapareci­dos.
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