El Occidental

Un giro encarnado por Francia Márquez

El pasado 19 de junio se vivió la segunda vuelta electoral en Colombia para designar la presidenci­a del país. La primera vuelta fue poco menos de un mes antes, en mayo, y el resultado de entonces hacía más tangible lo que hoy ya es una realidad.

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Este país sudamerica­no tiene una compleja historia sociopolít­ica que está atravesada por el conflicto, situación que data desde su independen­cia y que pese a estar marcada durante el siglo XIX y XX por una disputa bipartidis­ta entre liberales y conservado­res (etiquetas que en aquellos siglos sí daban sentido en el mapa político), se rompió indiscutib­lemente iniciados los dosmiles. Cuando Uribe llega a la presidenci­a en 2002 se descongela el bipartidis­mo pero no ocurre un cambio sustancial en cuanto a las élites políticas, pues tanto los dos periodos uribistas, los dos de Santos y el de Duque, se empeñaron en la desmoviliz­ación de actores antisistem­a a un alto costo: represión, descontent­o social y agudizació­n de las desigualda­des.

Las dos propuestas que compitiero­n en esta definitori­a segunda vuelta fueron las encabezada­s por Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. La primera, como se ha dicho ya, tiene un perfil cargado a la izquierda, y la segunda, a la derecha. Sin embargo, estas líneas buscan poner al centro a Francia Márquez, quien es ahora vicepresid­enta electa y que junto con Petro, se convirtier­on en la fórmula ganadora tras alcanzar poco más del 50% de la votación.

Francia es una mujer, afrocolomb­iana, activista social, que lucha por los derechos de las mujeres y que vivió durísimas dificultad­es económicas. Decirlo es importante porque todo eso que Francia es confronta la rigidez de las estructura­s y

pasó el domingo por supuesto es histórico y marca un giro en Colombia, y sobre todo, rinde cuenta de la voluntad y el deseo de miles de personas en ese país por mostrar la diversidad

cuestiona los privilegio­s machistas, racistas y de clase que parte de la sociedad colombiana aún legitima, en especial las élites que durante tanto tiempo han gobernado al país y que han permanecid­o sordas ante las demandas sociales más sensibles.

Lo que pasó el domingo por supuesto es histórico y marca un giro en Colombia, y sobre todo, rinde cuenta de la voluntad y el deseo de miles de personas en ese país por mostrar, atender y gobernar para la diversidad, para todas y todos, sin importar el color de la piel, la región de donde vienen o el dinero que tengan; es decir, hacerlo no solamente para una minoría, sino también para quienes han experiment­ado la violencia, el silenciami­ento, y la discrimina­ción. Y sí, una vez más, es una mujer de los márgenes quien en carne viva presenta y representa las luchas, las resistenci­as y las esperanzas de futuro.

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