Un extraño enemigo
La política mexicana ha fallado en la atención de muchas áreas principales, con consecuencias palpables como la inseguridad, la corrupción y la falta de prosperidad económica. Los líderes políticos se han ocupado más de mantener el statu quo que de buscar
Dicho así, suena a que vivimos en un estado disfuncional, inoperante o desarticulado, incluso como un Estado de excepción; sin embargo, algo que debería parecernos aterrador es que no es así. Vivimos en un Estado robusto, fuerte y que mantiene sus tareas principales: justicia, tributación y uso de la fuerza, con un entramado institucional sólido, con leyes que abarcan todos los aspectos regulables de la vida, que tienen el objetivo de garantizar derechos de última generación. Además, contamos con un sistema democrático de competencia partidista, elecciones libres y transparentes, hechas por los ciudadanos.
Pareciera que ambas descripciones son mutuamente excluyentes, pero ese argumento sólo se sostiene si sacamos de la ecuación el factor humano, el poder y los intereses privados. México se describe con ambos escenarios porque funciona a través de la simulación de que todo funciona, de que avanza y de que mejora.
Un ejemplo de este fenómeno son las conferencias matutinas del Presidente, que fueron planteadas como un ejercicio de transparencia, que ha mostrado ser sólo un mecanismo para acaparar la discusión pública. Si bien es cierto que es una ingenuidad creer que las denominadas “mañaneras” serían un espacio de rendición de cuentas, el hecho de que se mantengan día con día es una muestra del compromiso que existe con la simulación, ya que acuden reporteros que hacen preguntas a modo, -o más que preguntas, comentariosen los que alaban al Presidente, y en cuanto se presenta un periodista con intenciones de abordar temas de relevancia, se obtienen respuestas superfluas o negativas.
El caso de la conferencia en la que se habló sobre espionaje de parte de la Secretaría de Defensa Nacional y el Presidente reviró a que son acciones de inteligencia es una muestra muy pequeña de la ficción construida por este gobierno; otra sería el resultado de un análisis del discurso que ahí se vierte, como lo fue escuchar una narración de 12 minutos sobre el triunfo de la selección de beisbol mexicana sobre la de Estados Unidos, en contraste con los tres minutos que dedicó al asesinato de cinco jóvenes por parte de soldados en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Aún más preocupante es el caso del desmantelamiento de los órganos autónomos que avanza de forma silenciosa pero firme, como es el caso del Instituto Nacional Electoral, que ha encontrado en la sociedad civil un aliado que ha puesto los reflectores sobre el tema, ya que la oposición también se maneja con los mecanismos del disimulo.
Constantemente escuchamos que los detractores del gobierno tergiversan la información y disminuyen los logros alcanzados, que los conservadores son los que limitan la transformación por ser contraria a sus privilegios. Si bien la política mexicana no es la única en el mundo que padece este cáncer, no logra ser un consuelo ante una realidad en la que hemos vivido pendientes de un enemigo impuesto para legitimar las acciones de quienes ostentan el poder, como lo ha sido el neoliberalismo, el narcotráfico, la corrupción… al final, ese extraño enemigo que nos amenaza es la simulación de que se trabaja por el bien común.
Aún más preocupante es el caso del desmantelamiento de los órganos autónomos que avanza de forma silenciosa pero firme, como es el caso del INE, que ha encontrado en la sociedad civil un aliado que ha puesto los reflectores sobre el tema, ya que la oposición también se maneja con los mecanismos del disimulo.