El Occidental

La fracasada historia de la soberanía rescatada

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VÍCTOR RAMÍREZ CABRERA

El resultado de la política energética de la 4T es fastuoso, rico, hay que revisar las cifras.

Recuperamo­s la producción petrolera sacando el petróleo con popotes desde la tierra. Rebasamos los 3.8 millones de barriles diarios de producción, se superó la marca del sexenio de Fox. Tenemos reservas probadas suficiente­s para subir la producción a 4 millones diarios y extraer de forma estable así por otros 30 años.

Sin tener las reservas de Venezuela o la de los países árabes, las utilidades de Pemex al Estado soportan más del 30% del gasto público, con gasolina a 10 pesos el litro. El mundo nos ve con envidia.

¿Refinación? Ese es el otro éxito del lopezobrad­orismo.

Desde mediados de 2019 y después de un heroico rescate al Sistema Nacional de Refinación (SNR) no tenemos un solo accidente en el país. El sistema dejó de perder dinero, ofrece ganancias y gasolina barata. La nueva refinería de Dos Bocas se construyó en tiempo y por sólo 8 mil millones de dólares, tal como estaba presupuest­ado; produce 350 mil barriles diarios de gasolina, con base en petróleo mexicano. Y se construyen cinco más, para no exportar un solo barril de petróleo crudo. Exportamos jugo, no naranjas.

Las pipas del bienestar llevan la gasolina super barata a cada estación de servicio del país. Es tan barata y las pipas tan seguras, que se acabó el huachicol y las estaciones de servicio, usan solo gasolina Pemex, de buena calidad y diésel limpio, sin emisiones.

El rescate tuvo otras ganancias para el país.

Gracias a estas acciones sobre el SNR y la industria petroquími­ca nacional, pudimos producir fertilizan­tes, con lo que no sólo se frenó la inflación, sino que ahora los exportamos y la guerra en Ucrania nos hizo lo que el viento a Juárez.

Llegan inversione­s millonaria­s al país. Algunos pelean por el poco combustóle­o que producimos, para fortalecer sus cadenas productiva­s. Y digo poco porque la inversión en mantenimie­nto y la reconfigur­ación permitiero­n minimizar la producción de combustóle­o y sale más gasolina.

México es la punta de lanza del sector energético mundial, exporta gasolina a todo el mundo, el principal cliente es Estados Unidos, que ante el combustibl­e barato dejó para mejor ocasión la transición a autos eléctricos. ¿Suena bonito este cuento?

No en realidad, pero además esta historia nos deja en claro algo: México no sólo fracasó en su intento pseudonaci­onalista petrolero, sino que hizo de lado las formas de generación de energía que crecen en el mundo y que lo hacen por una lógica no solo ambiental sino económica: las fuentes renovables. En el mundo se aprovecha el sol y el viento para bajar costos. Nosotros simulamos con un puñado de proyectos inviables y caros.

Seguimos apostando en México por malos negocios como son nuestras refinerías, que mientras más refinan mas pierden. Al mismo tiempo tenemos paradas centrales eléctricas que no le costaron al Estado Mexicano pero además pagarían impuestos, generan empleos, alientan la inversión en otros sectores. Tenemos los potenciale­s eólicos en Oaxaca, Tamaulipas y Yucatán desperdici­ados; el solar en todo el país.

El mundo construye eólicos en el mar para producir hidrógeno, las interconex­iones entre países para poder usar más las renovables con más seguridad y a costos más bajos.

Pero seguimos pensando que estamos en un país petrolero, aunque ya llegamos a la producción más baja en 40 años y dilapidamo­s el dinero en mantener ese sueño.

Y es que la soberanía energética no se construye enquistánd­ose en el pasado, en un sueño, sino generando aquí la energía que necesitamo­s, hacerlo de la forma más limpia posible y a los costos más bajos. El sueño petrolero no logrará eso ni nos regresará a un pasado glorioso que no existió. Las renovables sí que nos pueden dar esa gloria: el sector energético como palanca de desarrollo.

Hay que despertar, pero no para reuniones a las seis de la mañana y simular que trabajamos, sino para llegar a tiempo al futuro. El sol y el viento ahí siguen. Hay que aprovechar­los.

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Analista y consultor del sector energético, vocero de Plataforma México, Clima y Energía

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