El Occidental

Afectados a la espera de cirugías y apoyos

Fernando Ceballos dejó el barrio de Analco, ya que su casa no se derrumbó pero sí tuvo cuarteadur­as

- VIRIDIANA SAAVEDRA/ISAURA LÓPEZ

Han p asado 3 1 años per o la tragedia sigue sintiéndos­e como si fuese reciente entre quienes vivieron de cerca las explosione­s del 22 de abr il de 1992. Por otra parte pugnan por el Comité de la Verdad que la re gidora Candelaria Ochoa dij o es una deuda pendiente.

María Isabel Cov arrubias Escobedo es una de ellas. Tenía 30 años el día de la explosión y en la puert a de su c asa en Gante 242 c uando iba saliendo p ara ir a trabajar quedó enterrada de la cintura para abajo. Se le sionó la cadera y la c abeza, lo que representó varias cirugías y aunque pudo v olver a c aminar en los pr imeros años lue go del tr ágico 22 de abr il, lle va siete años con la prótesis de cadera movida, lo que además de molestias la mantiene en silla de ruedas.

“Ya ten go g astritis y c olitis por t anto analgésico y medic amento que he e stado tomando para soportar los dolores y desde entonces estoy en silla de ruedas , porque ya tenía que haber cambiado de prótesis”.

A ella, como a prácticame­nte todas las personas que vivían en la zona de Analco y por qué no dec irlo, a t odos los tapatíos, le cambió la vida hace 31 años.

“Perdí todo, perdí mi casa ytodo”,c omentó la mujer que ahora vive en Santa Elena de la Cruz, pues su casa ahora es una vidriera y recuerda con nostalgia como su vida dio un giro, pues estaba aun mes de casarse y la relación se acabó porque entre cirugías y consulta s médicas le dijeron que no podría tener hijos y decidió olvidar los planes de matrimonio.

En su caso, además de la nostalgia, aún persiste la impotencia .“No fue un accidente que nosotros hayamos provocado, se provocó ese accidente, no fue cosa de la naturaleza”. Su madre, su hermano y el sobrino que vivía con ella también resultaron lesionados. En el caso de su mamá requirió reconstruc­ción de mandíbula porque su cara se aplastó con la explosión y ahora que ya falleciero­n su madre y su hermano, María Isabel está prácticame­nte sola .“A 31 años nos eh a hecho nada de justicia porque mi vida cambió totalmente. Desgraciad­amente no cuento con nadie, yo vivo sola yen las condicione­s que estoy me deprimo, porque de los nervios ya no queda uno bien, quedé bastante afectada”. Fern ando Ceballos G odoy, quien tenía 29 años al momento de la explosión, que le tocó junto con un compañero del trabajo en la calle Río Balsas, donde “nos levantó junto con más de dos toneladas de fierr o”.

Lleva más de media vida pidiendo justicia y apoyándose c on un bast ón, pue s tuvo lesión en la columna que lo mantuvo en cama por más de un año y se ha sometido a tre s cirugías en el Hospit al General de Occidente, donde recienteme­nte le dijeron “que ya no se podía hacer más”.

Le dicen que al momento de otra intervenci­ón quirúrgica podría quedar en silla de ruedas o requerir transfusio­nes de sangre, debido a la cerc anía de su le sión con la médula espinal “y mejor le dije que me dejen así, c on los dolore s”. Hoy v ive con su esposa y dos hi jos en Loma Dorada.

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FOTOS: AURELIO MAGAÑA Lesionados esperan que l os apoyos prometidos se mantengan firmes.
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no les quiten el templo.

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