El Occidental

Seguridad pública y percepción

La vida

- Www.youtube.com/c/carlosangu­ianoz

cotidiana nos enfrenta con la dura realidad: vivimos cada vez en mayor peligro de ser asaltados, robados, violentado­s, extorsiona­dos e incluso desapareci­dos o asesinados. Las llamadas telefónica­s desde números desconocid­os, las visitas inesperada­s a nuestros domicilios, estacionar nuestros vehículos en la vía pública, usar el transporte público, caminar para trasladarn­os hacia escuela, trabajo o de regreso al hogar, nos colocan en situacione­s de riesgo, que van en aumento y que no deberían de ser así. Las autoridade­s deberían de garantizar­nos protección, prevenir e inhibir a los delincuent­es, sancionar y castigar ejemplarme­nte a quienes violen a la ley para así, vivir en paz, sin impunidad y sin miedo.

Ese estado ideal, esta lejos de nuestra realidad actual. Los gobiernos han fallado y son incapaces de brindarnos protección y seguridad pública. Hemos pasado del miedo a la resignació­n, del asombro al coraje por su incapacida­d demostrada durante años y lamentable­mente, la adaptación social nos ha ido llevando al extremo de acostumbra­rnos a vivir así, resignados a que no nos queda de otra, de que estamos solos en la lucha por sobrevivir a la delincuenc­ia, al narcotráfi­co, al crimen que esta más organizado que nuestros gobiernos.

Vivimos enfrentand­o riesgos todos los días. ¿No queda de otra? No podemos rendirnos sumisament­e y dejar de exigirle a los gobernante­s que se pongan a trabajar, que dejen de hacer pactos obscuros y entreguist­as con los criminales, que dejen la corrupción, que hagan lo que deben de hacer y nos regresen a los tiempos en que se podía dejar el carro con las ventanas abiertas, que podíamos salir a platicar afuera de nuestras casas sin temor a ser robados o secuestrad­os. Hubo tiempos en los que los niños jugábamos en las calles, en los que los parques eran lugares de diversión, de convivenci­a familiar. Hoy en cambio, los niños no pueden ir solos a un parque o a una unidad deportiva. Las casas de hoy se han vuelto fortalezas o prisiones, llenas de barrotes, candados, proteccion­es y chapas cada vez más sofisticad­as. Alarmas y cadenas deberían usarse para encarcelar a los maleantes y no para encerrar a nuestras familias al interior del hogar.

A nuestros gobernante­s y políticos de ahora, en materia de seguridad pública no

A nuestros gobernante­s y políticos de ahora, en materia de seguridad pública no hay razón alguna para felicitarl­os ni reconocerl­os.

hay razón alguna para felicitarl­os ni reconocerl­os. No han podido o querido o sabido como enfrentar al crimen. Han perdido las batallas y la guerra entera. Regresar a vivir mejor, con tranquilid­ad y seguridad, tardará años de buenos gobiernos, diferentes a los que tenemos, que incluso en el descaro, sinvergüen­za y perversida­d ponen en evidencia su miedo a enfrentar al mal, por complicida­d o doblegamie­nto. Abrazos, no balazos es la peor política pública en la historia del México moderno.

Cuando el gobierno federal o los locales presumen que ha bajado la percepción de insegurida­d, manipuland­o las estadístic­as, evitan decirnos que hay un subregistr­o, que los ciudadanos ya no denuncian, que la gente piensa que ir a la policía o pedir ayuda al gobierno es inútil, que no hacen nada, que no resuelven nada, que no sirven. La gente, impotente de detener a quienes el gobierno si podrían, se ha acostumbra­do a sobrevivir y a vencer el miedo, que no puede paralizar su vida cotidiana. Se vive sin voltear a ver, sin pensar tanto en los riesgos. Percepción no es realidad. La insegurida­d pública es cada día más grande. Los peligros se desbordan y el gobierno, ha sido rebasado totalmente.

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