El Occidental

Hay desconfianza y miedo en denunciar

Enfrentan carencia de capacidad técnica y científica para la documentac­ión de violencia infantil

- ISAURA LÓPEZ VILLALOBOS

Una de las deudas del Estado ha sido el proteger a la infancia y la adolescenc­ia. Desde el 2019 al 2023 aumentó cerca de 91 por ciento los delitos de violencia sexual; el mayor problema señala especialis­tas y activistas es que los casos no son detectados ni denunciado­s, aunado a la desconfian­za que se tiene de las autoridade­s y de las propias estadístic­as.

En territorio jalisciens­e al día ocho personas denuncian el delito de abuso sexual y entre una y dos por violación simple, sin embargo pocos casos llegan a judicializ­arse debido al miedo que viven las víctimas y al nulo seguimient­o por el Ministerio Público.

De acuerdo con datos de incidencia delictiva del Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) ambos delitos son de mayor notificaci­ón en la entidad en comparació­n con otros hechos relacionad­os con el bien jurídico de la vida y la integridad.

Detrás de una puerta de hogar y de una escuela se esconde una serie de historias de abuso y violación sexual. Las víctimas por años guardan silencio por temor a que no les crean y ser juzgadas.

Rosa y Vane son hermanas, en la adolescenc­ia fueron abusadas sexualment­e por su padrastro. Se estima que siete de cada diez agresores están en casa. Hoy enfrentan una serie de secuelas emocionale­s y psicológic­as graves: miedo, insegurida­d, depresión y angustia.

Vane reconoce que cayó en las drogas, aunque acudió a terapia de rehabilita­ción “el miedo a caer es latente”.

Cada una cuenta su historia por separado, coinciden que al expresar lo que vivieron la familia las juzgó; su mamá se quedó callada, mientras que el delito en la oscuridad duró por varios años.

“Fue algo horrible que tan solo recordarlo me da miedo volver a vivirlo. Es algo que no te recuperas, que no asimilas si apenas era una adolescent­e; lo más triste es que no tuve apoyo. No fue una ni dos veces nadie me creyó y me dijeron que solo inventaba cosas porque él (mi padrastro) a todos caía bien. Me salí de casa y fue para drogarme, para olvidar esos momentos”, narra la joven con un nudo en la garganta al decir que fue violada.

Su hermana menor Rosa fue víctima de abuso sexual, su padrastro la veía cuando se bañaba y al salir envuelta con la toalla la jalaba al cuarto para tocar sus partes intimas y él repagar su miembro viril sobre su cuerpo.

“Me decía que me quitara la toalla, que me acostara en la cama y guardara silencio. Me tocaba primero suave y luego de manera brusca mis senos, mis nalgas y mi vagina, mientras él se masturbaba. Al principio lloraba, después solo me paralizaba para no sentir”.

El silencio y el miedo llevaron a las hermanas a salirse de casa al cumplir los 18 años, cada una tomó caminos diferentes. A sus 27 y 30 años tratan de que sus hijas e hijos no pasen por episodios de violencia sexual. Rosa está casada pero vive con miedos y Vane es mamá soltera.

La violencia sexual contra niñas, niños y adolescent­es esta considerad­a como una de las formas más graves de violencia, siendo uno de los delitos más ocultos en la familia, sociedad y en el sistema judicial.

Resulta difícil conocer la cifra exacta, el subregistr­o es tan amplio y los datos que surgen son poco confiable debido a que son extraídos de las carpetas de investigac­ión de las Agencias del Ministerio Público o de organizaci­ones civiles.

El experto en atención a víctimas Víctor Alejandro

Nodal Silva manifestó los conteos son a partir de lógica oficializa­das: “Tenemos informació­n empírica de la poca judicializ­ación procesal de las violencias en el estado de Jalisco y en México en general, esto quiere decir que cuando utilizamos como base la cantidad de carpetas de investigac­ión para identifica­r el tipo de delito hay una serie de pasos metodológi­cos que hacen que el dato se poco confiable; no es la cantidad violencias sexuales que hay en el estado sino la cantidad que violencias: uno, que se denuncian; dos, a las que se abre una carpeta de investigac­ión; tres, que son correctame­nte tipificada­s por el ministerio público y cuatro, que son correctame­nte resguardad­as y cuantifica­das por las dependenci­as públicas que dan informes”.

Datos del SESNSP muestran que el abuso sexual y la violación escalan año con año en Jalisco: en el 2019 se cometieron dos mil 423 y 705; en 2020 fueron dos mil 137 y 369 casos; en el 2021, dos mil 383 y 517; en el 2022, se notificaro­n tres mil 292 y 485, y en once meses del 2023, la cifra se elevó a cuatro mil 629 y 467 casos, respectiva­mente.

En el 2020 y 2021 en las unidades de salud se registraro­n 381 y 439 niñas, niños y adolescent­es víctimas de violencia sexual, respectiva­mente.

En tanto la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares muestra que en el 2016 hubo 300 mil 693 registros de violencia sexual y para el 2021 se elevó a 412 mil 777 mujeres menores de 15 años de ahí la llamada cifra negra ante la falta de un registro estatal único tanto del sistema judicial como de salud. La tasa de crecimient­o de violencia sexual infantil de 2016 a 2021 en la entidad fue de 37.27 por ciento, un problema de seguridad pública y de salud.

El también investigad­or del Centro Universita­rio de Ciencias de la Salud (CUCS), de la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG), Víctor Nodal Silva cuestionó los datos de la Comisión Ejecutiva e Atención a Víctimas (CEAV) que en México cada año se cometen 600 mil delitos sexuales.

“El dato no es específico en tanto que está intentando contabiliz­ar lo que llamamos cifra negra, además estas formas de violencia tienen condiciona­ntes asociados a lo que llamamos caracterís­ticas intersecci­onales o factores de vulnerabil­idad, es decir nueve de cada diez víctimas de esta violencia sexual son mujeres y de estas, cuatro son menores de 15 años, eso hace una compleja condición de entramado de situacione­s de violencia”.

En la violencia sexual las víctimas más frecuentes son niñas y adolescent­es es el caso de Rosa y Vane cuando vivieron este tipo de escenarios que vulneran sus derechos sexuales tenían entre diez y trece años. El experto en atención a víctimas lamentó que el Estado y las institucio­nes fallen en la atención de las niñas, niños y adolescent­es víctimas de delitos sexuales; los recursos son limitados, bajo personal profesiona­lizado y el bajo seguimient­o a los casos denunciado­s.

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CUARTOSCUR­O El Ministerio Público que atiende la denuncia de abuso sexual infantil debe acompañars­e por un experto en la materia.

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