¿CÓMO DIJO?
De niños usábamos con mucha frecuencia ese dicho de que el que se fue a la Villa perdió su silla y nos daba mucho coraje cuando nos tocaba ser la víctima. En un evento en el que los asientos escaseaban, tú te sentías afortunado porque habías alcanzado un lugar privilegiado. Entonces venía un compañero, probablemente un cómplice del desgraciado que quería robarte el asiento, así que con cualquier pretexto te hacía moverte de ahí y al regresar encontrabas al otro tipo muy sentadote que además te decía burlón: el que se fue pa’ la Villa perdió su silla.
Pues resulta que originalmente la expresión en España era “el que se fue a Sevilla, perdió su silla” y que en México se cambió la ciudad y provincia española por la Villa, que es un nombre muy familiar, principalmente entre los chilangos –perdón, digo los capitalinos- porque sin decirlo se refiere a la Villa de Guadalupe donde está la Basílica de la que se considera la Virgen del mismo nombre que es, sin duda, la virgen de los mexicanos.
La alusión a la ciudad en la versión española del dicho no es solamente por la
El tío, que se sintió defraudado, armó un escándalo que llegó a requerir la intervención del Papa y hasta del propio rey Enrique VII, de manera que el sobrino gandaya terminó en el bote condenado a cinco años mascando barrote, por ése y por otros delitos que ya venía cargando de tiempo atrás.