Cumplirá 205 años la Batalla del Puente de Batanes, en Salvatierra
Este año se conmemorará este hecho trascendente para el municipio dentro de la Guerra de Independencia, en uno de los puntos más reconocidos de la primera ciudad del estado
SALVATIERRA, GTO.- Este año, Salvatierra tendrá dentro de sus efemerides, la conmemración de los 205 años de la Batalla del Puente de Batanes, un importante acontecimiento durante la Guerra de Insurgencia de nuestro país, siendo protagonistas de este hecho Agustín de Iturbide, quien años después sería emperador de México y Ramón Rayón.
El cronista Miguel Alejo López, en su obra “Historia y Evolución de Salvatierra”, recuerda este interesante hecho con diversos detalles que ponen de manifiesto la trascendencia del multicitado acontecimiento historico.
ITURBIDE Y RAMÓN RAYÓN
Narra Alejo López que “la batalla en el puente de Batanes entre Iturbide y Ramón Rayón, con el triunfo del primero, no es un hecho de guerra aislado y circunstancial; es un evento histórico cuya trascendencia marcó el rumbo del país hasta los primeros años de vida independiente”.
Puntualizó que “esta batalla no es significativa en el plano militar como una de las grandes contiendas, donde la gloria de las armas cubre e inmortaliza a los vencedores”.
“Se da dentro de las paradojas que ofrece la Guerra de Independencia, en la conformación ideológica que la llevaría a su consumación”.
“Bastaría una simple enumeración de hechos, para establecer que muchos de sus precursores e iniciadores se transforman en acérrimos enemigos entre sí, y no consuman la Independencia los que la proclamaron, sino sus antagonistas”.
“En los hilos de la historia, la batalla en el puente de Batanes tiene sus antecedentes desde el momento de la captura y posterior ejecución de Hidalgo y sus correligionarios en los meses de junio y julio de 1811, así como, la ejecución de José María Chico y Linares, ministro y compañero de Ignacio López Rayón, quedando éste como comandante supremo de la lucha por la Independencia”.
Explicó que “López Rayón inició en esos momentos su marcha hacia el Sur, haciéndose nombrar Ministro de la Nación, para ganarse el respeto de los jefes guerrilleros como Jefe de Gobierno y Comandante Supremo del ejército insurgente”.
Los jefes del Bajío decidieron apoyar a Rayón, entre ellos, el brigadier Juan Rubí que en los primeros meses de 1813 se acuarteló en Salvatierra. Liceaga no ocultó su enojo y lanzó un manifiesto a los habitantes de la ciudad en su contra y abandonó la plaza rumbo a Michoacán”.
“Meses después, en Septiembre, Rubí fue capturado en el pueblo de Urireo y pasado por las armas en esta ciudad. Ramón Rayón, a las órdenes de don Ignacio, procedente de Tlalpujahua se dirigió a Salvatierra para entenderse con Liceaga que se encontraba de nuevo en la ciudad. Es éste, el motivo que lo trajo hasta aquí. Por su lado, Iturbide había hecho lo propio en la campaña del Bajío; el 5 de junio de 1812 sorprendió en Valle de Santiago al temible guerrillero Albino García, fusilándolo en Celaya, lo que le ganó el ascenso a teniente coronel; en ese mismo mes fusiló junto con 150 hombres a los padres Luna y Sáenz, al comandante Abarca y a la bella espía Tomasa Estévez.; y el 1 de noviembre de 1812 tomó la isla Liceaga en la laguna de Yuriria. Estas acciones de armas le dieron a Iturbide una innegable presencia en la región”.
“Ramón Rayón llegó a Urireo con la intención de entrevistarse con Liceaga y buscar un advenimiento con la Junta de Zitácuaro, al no presentarse Liceaga, Rayón arribó a Salvatierra el 14 de abril de 1813, y éste dejó la ciudad para dirigirse a la hacienda de la Zanja en los límites con Jaral. Iturbide tuvo noticias de la presencia de Rayón en Salvatierra y concentró sus fuerzas en la hacienda de San Nicolás de los Agustinos el Jueves Santo 15 de abril de ese año”.
“Rayón decidió enfrentar a Iturbide y dejar para después la aprehensión de Liceaga. Al amanecer del viernes Santo 16 de abril, Iturbide decidió tomar Salvatierra, encontrándose con la efectiva defensa que Rayón había organizado”.
El insurgente había colocado hombres bien fortificados en el puente y en las casas del obraje de San Isidro, y distribuido columnas de combatientes en el vado inmediato, y en los de San Francisco y San José del Carmen.
Es de precisar que el obraje de San Isidro actualmente es la finca que ocupa el Seminario de los Padres Operarios del Reino de Cristo y el Instituto Vasco de Quiroga.
Inútilmente trató Iturbide de entrar a la ciudad por éstos, siendo rechazado una y otra vez. Al comandante Oviedo, lo situó Rayón en un cerro inmediato a la izquierda de Salvatierra, con la orden de permanecer oculto y no hacer movimiento alguno, mientras él atacaba a Iturbide y lo perseguía hasta la hacienda de Santo Tomás, fue cuando Oviedo desobedeció las órdenes recibidas saliendo de su refugio, provocando que Iturbide lo atacara y lo pusiera en fuga. Ya en el puente, Iturbide arremetió con toda su fuerza, el hombre sabía gritar en el momento oportuno. A los fortificados, por la confusión no les alcanzó el tiempo para disparar los cañones”.
“Rayón salió de Salvatierra por la calle de Capuchinas rumbo a Puerto Ferrer sin que el realista osara perseguirlo. Iturbide presa de un fuerte dolor de cabeza, descansaba en Salvatierra, mientras su secretario, el padre Gallegos, escribía un informe de abultadas proporciones que don Agustín firmó sin leer. El historiador salvaterrense Francisco Vera Figueroa, hace un magnifico análisis de las consecuencias de esta batalla en su obra: Sacrificio Insurgente en el Puente de Salvatierra, señalando lo siguiente: “Para Iturbide es el principio de su engrandecimiento, fue ascendido a coronel del Regimiento de Celaya y recibió la Comandancia General de la Provincia de Guanajuato que se separó de la de Guadalajara al mando del Mariscal José de la Cruz”.
“Ambos contendientes maximizaron sus aciertos y minimizaron sus errores en los partes de guerra respectivos. Iturbide lo firmó al día siguiente y lo dirigió al mariscal José de la Cruz, afirmando que sus bajas fueron un cabo muerto y catorce heridos, contra trescientos cincuentas muertos y setenta y cuatro prisioneros hechos a Rayón. Éste en cambio, le informaba a López Rayón haber tenido solamente veinte bajas, entre muertos, prisioneros y heridos, el parte lo firmó hasta el 24 de abril en Tarandacuao, ocho días después de la batalla”.
“Para el historiador salvaterrense Melchor Vera, fueron ejecutados después del combate dieciséis individuos que no pertenecían a la tropa, sino eran de la plebe que se dedicó al saqueo en la ciudad, fueron fusilados en el muro del obraje de San Isidro -hoy Molino de Ávila-.y enterrados en los terrenos conocidos como el potrero de Ávila.